lunes, 4 de octubre de 2021

A LA LLUM DE LES FOGUERES.

 


HOGUERAS Y DICTADORES

 

            Aparte del nacimiento de las Hogueras de S. Juan, durante los siete años que duró la dictadura de Primo de Rivera, no pasó gran cosa en Alacant, salvo la terminación de alguna obra importante, como la Casa de Carbonell, y el accidente que sufrió un hidroavión correo que tenía que haber amerizado en el puerto y se estrelló contra un pararrayos de ese mismo edificio en 1925, falleciendo sus dos tripulantes.

            La dictadura fue acogida con desconfianza pero sin una hostilidad manifiesta por parte de la prensa y algunas organizaciones obreras (al menos la UGT), dada la pésima política social que había desarrollado el régimen derrocado. Venía en principio apoyada por la alta burguesía, el ejército y, sobre todo, por su majestad don Alfonso XIII. Y lo primero que hizo el dictador fue clausurar los partidos políticos, destituir a todos los ayuntamientos y poner gente de su confianza, generalmente militares, al frente de los mismos. La prensa estaba censurada, pero no se cerró ningún periódico importante. Y, aunque se controló duramente a los anarquistas de la CNT y a los incipientes comunistas, se procuró un acercamiento a los socialistas y su sindicato, hasta el punto de que Largo Caballero fue nombrado consejero del Gobierno. Y mientras los dirigentes ácratas y bolcheviques eran encerrados en el Castillo de Santa Bárbara, la Casa del Pueblo quedó bajo el control exclusivo de los socialistas.

            El nuevo régimen surgió con una ambición populista y regeneracionista, con un partido único que no tuvo demasiadas adhesiones y que algunos comparaban con el régimen fascista de Mussolini. Y a pesar de que consiguió terminar con la Guerra de Marruecos, con el desembarco de Alhucemas, y realizó obras públicas que dieron trabajo a muchos obreros y, de alguna manera, animaron la economía, nunca llegó a ganarse la simpatía del pueblo ni a urdir un entramado político que la afianzase.

            Tras siete años de vacilante y huero gobierno, Primo de Rivera acabaría perdiendo la confianza del Rey y dimitiendo, marchando al exilio y muriéndose enseguida de su diabetes tan mal tratada como su política.

            Indiferencia, sería la palabra que mejor definiría a este periodo histórico. Y eso que en Alicante ocurrió un prodigio que había de dar sentido a nuestras más caras tradiciones. En 1928, un funcionario nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz), y que había vivido en Valencia, llamado José María Py, tuvo una gran idea: propuso a sus contertulios de Alicante Atracción crear una nueva fiesta para Alicante, una fiesta a imitación de las Fallas de Valencia, pero en la fecha más idónea para ello: la Noche de San Juan, cuando tradicionalmente, los alicantinos, como casi todos los mediterráneos, encienden hogueras a la orilla del mar para festejar el Solsticio de Verano. Seguramente, hacía siglos que Alacant presentía las hogueras, porque necesitaba una fiesta grande, por encima de ferias, porrates, romerías y demás festejos, para sentirse completa. Y así fue como la idea fue acogida de manera entusiasta por todas las fuerzas vivas de la ciudad, y por sus artistas dispuestos a convertirse en artesanos “foguerers”; y hasta el gobernador civil, el primoriverista Suarez Llanos, que el año anterior prohibía las hogueras espontáneas en las calles y el lanzamiento de petardos, en 1928 autorizaba la erección de monumentos fogueriles artísticos y animaba a los alicantinos a colaborar en una fiesta que sería muy atractiva para los turistas. Los primeros creadores de los monumentos de cartón destinados a las llamas serían Gastón Castelló, Miguel Carrillo, Melchor Aracil, José Pérez Gil, Ramón Marco, José Gutiérrez, Eduardo Fuentes y otros conocidos artistas locales. Alacant, sin duda, había encontrado su fiesta mayor, mientras vivía con indiferencia el declive de la dictadura y el desprestigio del Rey. De alguna manera, entre fuegos artificiales y grandes llamaradas, se presentían tiempos nuevos en los que el universo alicantino cobraría nuevas dimensiones.

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