martes, 22 de enero de 2019

CIEN AÑOS DE RECUERDOS.

El tema de la tertulia de ayer era "Recuerdos" y yo presenté este trabajo dedicado a mi madre:



CIEN AÑOS DE RECUERDOS.

Ahí está, en su silla de ruedas. Apenas ve sombras y siluetas; así que su mirada perdida reposa a menudo en puntos imprecisos de su entorno. ¿Qué pasará por su cabeza? Seguramente recuerdos, recuerdos de todo un siglo, porque en agosto cumplió cien años. Cuando era una niña pequeñita y vergonzosa, las mujeres llevaban faldas por los tobillos y sombrerito, si eran de la clase alta, o pañueluco sobre el moño si eran de la baja. Señoritas y criadas, caballeros y jornaleros, niños vestidos de marinerito y rapaces andrajosos. La sociedad era desigual… o quizá menos hipócrita que la actual, en la que la tecnología ha permitido que la pobreza y la injusticia se vean menos, aunque no han dejado de ser la base del poder de los afortunados, con una inmensa clase media, adocenada, ignorante y acomodaticia que sirve de colchón entre las clases.
Entonces nadie temía por el cambio climático, ni por las islas de basura plástica en los océanos. Aún no sabía nadie que ya se empezaba a asesinar al planeta. Y vino la electricidad y las luces nocturnas desterraron la noche con esas bombillas inventadas por el señor Edison… y murieron las estrellas, y los niños y los enamorados dejaron de embelesarse mirando la Luna. Y vino la radio y todo fue como un inmenso patio de vecindad. Y así llegaron las opiniones y las convulsiones. Y los obreros empezaron a despertar y los señoritos comenzaron a sentirse inquietos. Y un día llegó la República, con su gorro frigio y sus libertades, y a ella le sorprendió en la calle Castaños, mientras llevaba la fiambrera con la comida para su padre. Tuvieron que explicarle que aquella manifestación enardecida era una explosión de alegría porque ahora reinaría el pueblo soberano. Pero los privilegiados no descansaban y estalló la guerra promovida por los malvados. Bombardeos y hambre. Y su novio marchó al frente y llegó a capitán… y a preso después, con poetas, maestros y obreros traicionados. La boda, los hijos, las muertes de seres queridos… la vida. Cuando volvió la democracia ella ya era viuda y lloró por aquella libertad perdida y su regreso, que ya nunca podría disfrutar su esposo. Se fue una hija y vino la vejez larga, larga, hasta alcanzar el siglo. Y ahora, con la mirada perdida, recuerda y añora.
Bastarían 20 ancianas como ella, cuyos recuerdos se solaparan de forma que los últimos de cada una coincidieran con los primeros de la siguiente, para que pudiéramos remontarnos a los tiempos en que Lucentum era una próspera ciudad del Imperio Romano. Y si ella se marchara se perderían tantas escenas vividas, tantas circunstancias imposibles de reproducir, tantas historias que ya no recordará nadie, tantos tesoros de memoria, que el río de nuestro bagaje histórico quedaría un poco más escuálido.
Ahora, en su silla de ruedas, parece mirar a las lejanas montañas que lucen grises más allá de los cristales, pero, en realidad, está mirando en dirección a su pasado de todo un siglo.
                                                     
                                                                          Miguel Ángel Pérez Oca.

viernes, 11 de enero de 2019

PRESENTACIÓN DE "EL OLVIDO"



Desde aquí quiero agradecer a todos los amigos y amigas que acudieron ayer a la Sede Universitaria a acompañarme en la presentación del corto de animación "El Olvido", nominado para los Goya de este año, y que trata con una gran delicadeza y belleza el funesto episodio del bombardeo del Mercado de Alicante del 25 de mayo de 1938. Producido por José Antonio Saura y Bea Martínez y dibujado  por Xenia Grey, Cristina Vaello y Massimiliano Nadalini, es el fruto de un año de trabajos para sus 4 minutos de duración. La presentación fue un éxito de público, hasta el punto de que hubo gente que no pudo entrar por estar la sala Altamira llena y con algún amigo sentado en el suelo.
Ojalá la película se lleve el premio Goya a cortos de animación.

miércoles, 9 de enero de 2019

PRESENTACIÓN DEL CORTO DE ANIMACIÓN "EL OLVIDO"



Mañana, día 10, a las 20 horas, en la Sede Universitaria de la C/. Ramón y Cajal, se presentará al público el corto de dibujos animados "El olvido", sobre el bombardeo del 25 de mayo de 1938 sobre el Mercado Central de Alicante. La película de 5 minutos de duración está nominada a los Goya de este año. Yo participaré en la presentación, junto a la directora del film. Os espero allí.

LA PIPA Y LA FARSA.



El tema era "Pipa" y mi trabajo el que os pongo aquí:

SE ACABÓ LA FARSA.
Allí está, sobre la mesa del despacho, en su portapipas de metal. Y no sé qué hacer con ella. Porque ya no la necesito para seguir simulando que fumo. Ya se ha acabado la farsa. Y es que yo nunca he sido fumador, pero he vivido del tabaco desde que nací.  Y cuando a los 19 añitos, con mi título de Profesor Mercantil  y muchas ganas frustradas de ser astrofísico y escritor, me vi en aquella empresa de joyería, trabajando de escaparatista y dibujante publicitario por un sueldo miserable, tuve que claudicar, bueno… tuvo que claudicar mi cobardía. Consentí en hacer oposiciones a Tabacalera, como me insistía mi familia. Pero yo nunca fui fumador. Quizá algún puro en bodas y bautizos, nunca un cigarrillo, ni negro ni rubio, pese a que los tenía gratis. El recuerdo de mi padre rompiendo su pipa y echando a la basura la bolsa de tabaco, después de que el médico le dijera que peligraba su vida, contuvo mis deseos de practicar un vicio que, entonces, era signo de distinción social.
            Cuando me ascendieron a jefecillo y tuve mi despacho propio, hube de plantearme la cuestión. ¿Cómo iba a decirle a nuestros clientes fumadores: “Gracias, no me ofrezca tabaco, porque no fumo”? Y comencé a interpretar la farsa. Me compré una pipa y la coloqué sobre mi mesa, muy visible en su portapipas. “No, gracias, yo solo fumo en pipa”, decía a mis visitas. Y hasta de vez en cuando, la encendía y le daba tres o cuatro chupadas, para disimular.
            Y conforme el tabaco iba perdiendo prestigio social, yo me avergonzaba de mi pipa. Cada vez que la noticia de un fallecimiento por cáncer de pulmón llegaba a mis oídos, yo me sentía como un “camello” vendedor de una droga mortal y maldita, y me sonrojaba sin saber cómo justificarme.
            Pero hace días mi jefe me llamó al despacho y me explicó que la empresa había convocado un ERE, que las condiciones para la prejubilación eran muy buenas y que no tenía más que firmar el impreso que me mostraba. Ni siquiera me molesté en leer el documento, cogí un bolígrafo y firmé. Se acabó la farsa. Ahora, libre de obligaciones, podría dedicarme a mi vocación de escritor. Podría contar a los demás todas mis inquietudes, denunciar todas las injusticias, contar las historias que rondaban mi cabeza desde hacía tantos años… y no necesitaría para nada tener la enojosa pipa sobre mi mesa de trabajo. Quizá, incluso, algún día me atrevería a confesar por escrito mi vergonzoso pasado de farsante.
            He recogido mis cosas en una caja de cartón, he invitado a mis compañeros a un refrigerio de despedida y, ahora, cojo la pipa, el dichoso portapipas y la cajita del tabaco, y lo meto todo en una bolsa de plástico. Cuando salga por la puerta, libre aunque arrepentido de una vida de mentiras, echaré la bolsa en el cubo de la basura y no volveré la vista atrás. Se acabó la maldita farsa. 

                                                                       Miguel Ángel Pérez Oca.

miércoles, 2 de enero de 2019

ME VAIS A PERDONAR...



Os lo ruego. Os pido que me perdonéis por no poner opiniones en este blog en los últimos días, así como por tener olvidado mi Facebook... Estoy pasando unos días febriles, atareadísimo en concluir de una vez el texto de un ensayo que debo presentar a un premio literario antes del día 6. El trabajo consiste en unas reflexiones sobre la consciencia y la propia identidad, versión corregida y ampliada de un trabajo anterior que en su día mandé a varios de vosotros. He introducido algunas cosas nuevas, como una entrevista sobre el tema de la Inteligencia Artificial que he realizado con nuestro compañero Francisco Escolano (a veces no nos damos cuenta de la enorme valía de quienes conviven con nosotros) y me ha guiado en todo momento el recuerdo de nuestra Lourdes, a quien dedico el trabajo, que cierro con el texto que le ofrecí en su día.
El trabajo de escritor, y de pensador, es fascinante y a veces nos compensa de muchas cosas y nos ofrece mundos que nos pudieron parecer vedados.
Creo que esta vez ganaré el premio y mi obra tendrá la difusión que merezca, ni más ni menos, ¿Eh, Ana? Al menos eso deseo.
Ya os tendré al corriente.
Sed felices en un año lleno de promesas.