domingo, 6 de diciembre de 2020

EL VIRÓLOGO Y EL FUTBOLISTA.

 


            El otro día, Calleja, el estupendo comunicador de televisión, nos obsequió con un programa sobre los científicos que luchan en nuestro país por darnos una vacuna que nos saque de este infierno de pandemia que padecemos. Me llamó la atención uno en especial, de unos 40 años de edad, que trabaja en ello de sol a sol en unos laboratorios impresionantes, con tecnología punta y asumiendo los riesgos propios de los que se acercan demasiado a esos nanúsculos y malvados virus. En un momento dado, el presentador se interesó por sus condiciones de trabajo. Y, ¡asombraos, amigos! A su edad y su sobresaliente categoría científica, todavía no tiene contrato fijo. Gana menos de 2000 € al mes y, siendo como es cabeza de un formidable equipo de investigadores que nos van a salvar la vida, todavía está haciendo oposiciones para alcanzar un puesto de trabajo fijo en su especialidad. Otro de los investigadores es un jubilado que ha dejado su merecido reposo y se ha puesto a la faena por puro altruismo, mientras sus colegas juegan a la petanca. Mal será que pierda su pensión.

            En esas mismas fechas, el mundo se conmociona, se desespera y se rasga las vestiduras ante la muerte prematura del dios Maradona, un hombre que ha ganado muchos cientos de millones dando patadas a un balón, y cuya mayor proeza fue compensar la humillante derrota militar de las Malvinas, marcando para Argentina contra Gran  Bretaña… ¡el mejor gol de la historia! Y seguramente el más caro. Se le ha llamado La Mano de Dios, y ha muerto pronto por su mala cabeza, alcohólico, drogadicto, y presunto pedófilo y maltratador. Pero todo se le perdona porque pateaba el balón como nadie. Y a una joven futbolista que tuvo la osadía de negarse a homenajearlo se le ha llegado a amenazarla de muerte.

Se dice que  el presupuesto de algún club de futbol de primera división en España es superior al presupuesto del Ministerio de Sanidad, y mientras nuestros formidables médicos, enfermeras y demás sanitarios se nos marchan al extranjero para tener un salario decente, y nosotros dudamos si ponernos o no la vacuna, las UCIs se llenan de moribundos en los hospitales y los políticos dudan si dejarnos salir en Nochebuena, no vayamos a cabrearnos y no los votemos.

            ¿No os da  vergüenza que los jóvenes de hoy sepan quién es Mesi pero ignoren quién fue Ramón y Cajal? Pues nada, a juntarse todos en locales cerrados, sin mascarilla y confiando en la fortuna; que si os coge el bicho y os morís boqueando como sardina fuera del agua, habrá sido por pura y casual mala suerte. Además, esa putada es solo cosa de viejos.

            Que os den…