martes, 29 de marzo de 2022

AYER, EN EL TEATRO ARNICHES.

 



            Ayer, 28 de marzo de 2022, se cumplieron 80 años de la ignominiosa muerte de nuestro poeta Miguel Hernández. Fueron varios los actos conmemorativos en este día que nuestros gobernantes han dedicado a los Poetas del Sacrificio: Federico García Lorca, Antonio Machado y Miguel Hernández, cuyas muertes dieron la más cruda prueba de la baja condición moral de la dictadura franquista. El uno asesinado a tiros al principio de la guerra, el otro muerto de pena y de dolor por su España, al final de la contienda, nada más salir hacia el exilio, y el último, dos años después de alcanzada la vergonzosa victoria del fascismo nacional-católico, muerto en la enfermería de la prisión de Alicante sin los debidos cuidados, bañado en su pus y su sangre, víctima de la tuberculosis y la desatención propiciada por unos sacerdotes vengativos.

            Ayer, en el Teatro Arniches de Alicante, tuvo lugar el más sentido y espectacular homenaje a los tres poetas, y en especial a nuestro Miguel. En una asombrosa y genial representación, con frases jalonadas por dolientes cantos del cantaor flamenco Juan Pinilla, Premio Lámpara Minera del año 2007, que nos emocionó y nos llevó al alma de los tres sacrificados, cuyos delitos fueron solo los propios de ser poetas, de utilizar la cultura para iluminar al pueblo, de ser artistas de la palabra y la emoción.

Nunca agradeceré bastante al cantaor Juan Pinilla y a su guitarrista la inmensa dosis de emoción que nos regaló ayer en el Teatro Arniches.

            Fue memorable.

            Gracias. Gracias, Juan, hermano.

                                                                       Miguel Ángel Pérez Oca.

viernes, 25 de marzo de 2022

HAYA PAZ

 Ayer celebramos nuestra tertulia bisemanal "Generación21". No vinieron algunos compañeros a causa del mal tiempo, que tanto nos acobarda a los alicantinos, que no estamos acostumbrados a las lluvias persistentes. Sin embargo lo pasamos muy bien. La próxima reunión será el jueves día 7 de abril, en la Biblioteca Azorín, del Paseito de Ramiro.

A continuación os pongo mi trabajo que leí en la tertulia. El tema era "Paz" :

PAZ EN LA TIERRA.

            Nadie supo de donde había venido el agujero; porque el objeto aparecido de pronto frente al edificio de la ONU, en Nueva York, más que un objeto era un agujero en la realidad cotidiana y tridimensional de los seres humanos que lo contemplaban, bien en directo o a través de las pantallas de los televisores de todo el Mundo. Apareció como un punto negro flotando en el aire a un metro del suelo, y después, lentamente, fue creciendo hasta alcanzar la dimensión y la apariencia de un túnel de ferrocarril abierto en el aire. Lo curioso era que, lo mirase uno desde cualquier dirección, el agujero parecía estar siempre frente al espectador. Y ese efecto se hizo más patente cuando en la lejanía del túnel se vio avanzar al ser. Venía hacia la desembocadura del agujero desde un sitio muy lejano, siempre desde la dirección en la que lo miraba el observador. Y es que, como dijo un eminente físico que habló en una tertulia de televisión, el ser venía de otras dimensiones del espacio-tiempo.

            Cuando el gigante llegó a la salida del túnel, éste se esfumó, y aquella figura enorme quedó en el centro del círculo formado por miles de curiosos, periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. ¿Cómo os lo describiría? Todo él era de color oscuro, como una sombra sólida, con los pies bien asentados en la tierra del parque. Su apariencia antropomorfa tenía unos cuatro metros de altura. Su cuerpo musculoso y firme era la representación de un atleta terrestre, con la cabeza rapada y los rasgos de su cara apenas definidos. No parecía tener ojos y su boca solo sería visible cuando hablase.

            Inmediatamente se puso a andar en dirección al Palacio de la Asamblea con pasos ágiles que los disparos de varios vehículos blindados no pudieron detener, puesto que, a cada tiro, aparecía un escudo traslúcido de forma esférica que lo protegía. Al entrar por el acceso principal del edificio, tuvo que agacharse para no dar con la cabeza en el marco de la gran puerta. Después, se dirigió al hemiciclo de los representantes de todas las naciones, que permanecían de pie, aterrados e incapaces de mover sus piernas para iniciar la huida. El gigante ocupó el estrado de los oradores y comenzó a hablar. Pero cada delegado oiría el discurso en su propia lengua.

            -Señoras y señores, vengo desde los confines del espacio y del tiempo para hacerles un amargo reproche. Desde que decidimos crear este Universo hemos visto muchas cosas. Hemos visto planetas suicidas. Hemos visto mundos cuyos habitantes han cometido grandes injusticias, abusos y crímenes, hasta que en un punto de su historia alcanzaron estados de bienestar que hicieron innecesaria, e incluso impensable, toda violencia. Pero ustedes, los Homo Sapiens, han sido las criaturas más abominables, más brutales, más injustas, más despreciables. Y no han tenido, en toda su corta vida, un solo minuto de paz. Siempre, en algún lugar del mundo, ha habido hombres matando a otros hombres, mujeres y niños. Hace poco, un poeta me invocó – él me llamaba Dios – y me convenció para que nos decidiéramos a intervenir. Pues bien, aquí estoy, para que de una vez para siempre venga la paz en la Tierra a los humanos de buena voluntad.

            Y se marchó de nuevo al parque, apareció otra vez el túnel y el gigante entró en él y se perdió en sus confines. Al poco tiempo, todas las cadenas de televisión dieron la noticia: Ciento treinta y dos líderes políticos, religiosos y económicos habían desaparecido de repente, así como varios millares de militares en activo. Las guerras habían cesado de pronto por falta de combatientes y todas las armas habían dejado de funcionar. Era el preludio de una paz que había de durar mientras el Homo Sapiens habitara el planeta. Y una sonrisa general fue el anuncio de una etapa maravillosa que se iniciaba: la Era de la PAZ.

            En eso abrí los ojos frente al televisor. Mi gato Kepler me había despertado al saltar a mi regazo. Y en la pantalla aparecían noticias de la guerra de Ucrania.

                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca.


miércoles, 23 de marzo de 2022

EL PRIMERO.

 


ENRIQUE EL NEGRO.

           No era negro, sino malayo, original de Sumatra. Pero los chicos de la Trinidad le llamaban “negro” porque su piel era más oscura que la de ellos.

-¡Eh, negro, ven aquí, a ver si entiendes lo que dicen éstos de la canoa!

Y Enrique se acercó a la borda y entabló una fluida conversación con los dos nativos que se habían acercado a la carabela para ofrecer frutas a cambio de alguna baratija.

En eso, el Capitán General don Hernando de Magallanes salió de la camareta acompañado por el caballero Pigafetta, cronista oficial de la expedición.

-Oye, negro – le dijo a Enrique, que era su esclavo e intérprete en el viaje -, pregunta a ésos cómo se llama la isla que tenemos a proa.

-Yo ya sé cómo se llama, mi señor amo. Se llama Zebú.

-¿Y tú cómo lo sabes?

-Porque ya he estado allí. Y porque esos nativos de la barca hablan en la lengua del reino de Zebú.

-Pero, ¿cuándo has estado tú en esa isla?-  le preguntó Pigafetta.

Y Enrique miró al horizonte, pensativo.

-Estuve aquí hace muchos años. Antes de que me capturasen los portugueses de Malaka y me vendieran como esclavo. Los portugueses hacían eso muy a menudo. Robaban nuestras especias y nos esclavizaban a los tripulantes de los juncos. Eran… piratas.

El Capitán General dio un tremendo puntapié en el trasero de su esclavo.

-¡Maldito negro! ¿Cómo te atreves a tachar de piratas a unos compatriotas míos? Robar o esclavizar a un infiel no es piratería. ¿Acaso no saliste ganando? Ahora eres cristiano y si te portas bien irás al cielo. Además, te he prometido la libertad si nos guías hasta las Islas de las Especias. Y cuando vuelvas a tu isla, podrás hacer cristianos a los tuyos. ¡No hagas que me arrepienta de haberte comprado en Malaka y llevado a Portugal!

-Perdonadme señor, he dicho una tontería – respondió el siervo, sumiso -. Debo estaros agradecido. ¡Pero es que estoy ya tan cerca de mi casa después de darle toda la vuelta al Mundo, que pierdo la cordura…!

Y Magallanes y el cronista se miraron significativamente.

-Pues es verdad – razonó Pigafetta – este esclavo es el primer hombre que le da la vuelta al Mundo.

-Ni se te ocurra escribir eso en tu crónica – le respondió, severo, el Capitán General –Si después de esta aventura, alguno de nosotros regresa a Castilla doblando el Cabo de Buena Esperanza, podrá decir que ha circunnavegado la Tierra. Pero no vamos a consentir que un esclavo negro reciba títulos y honores, ¿verdad? Que las distinciones son para los hombres de noble naturaleza.

Y los dos se fueron a proa, para ver mejor la isla de Zebú.

Y el “negro” se quedó mirándolos de soslayo mientras se rascaba la nalga dolorida. Dentro de 500 años, alguien leería la velada crónica de Pigafetta y proclamaría a los cuatro vientos que Enrique de Sumatra, el esclavo, el “negro”, fue el primer hombre que dio la vuelta al Mundo.

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                   (500 palabras)

miércoles, 16 de marzo de 2022

EL GERMEN DE UNA IDEA

 


EL CAPITÁN Y SU HIJO

 

            Atardecía en las afueras de Lisboa y el Sol descendía rápidamente hacia el horizonte, prometiendo, quizá, un glorioso Rayo Verde en el momento de la ocultación, que barrería las nubes tiñéndolas de un increíble fulgor esmeralda. Es un fenómeno que el capitán había prometido mostrar a su hijo alguna vez, pero que no se manifiesta en todos los crepúsculos.

            -Ya me habéis traído aquí, padre, cinco veces y aún  no hemos visto ese portento.

            Y el capitán se sintió frustrado y buscó otra curiosidad que mostrar a su hijo. En eso divisó un navío que en aquel momento estaba rebasando la línea del horizonte.

            -¿Ves, Diego, cómo desaparece primero el casco y después el velamen? El barco no se está hundiendo, pero va desapareciendo tras el horizonte.

            -Pero, ¿por qué lo hace así, padre? – preguntaba el niño al marino.

            -Pues a causa de la curvatura de la Tierra, que es una esfera gigantesca.

            Y el chico se quedó callado, reflexionando.

            -Pero, en el mapamundi que tenéis en vuestro aposento todas las tierras y los mares están en el mismo plano.

            Y el capitán sonrió

-Porque ese mapa, que es copia del que realizó en la antigüedad el famoso geógrafo Ptolomeo, es una proyección adaptada al papel sobre el que está impreso. Para mostrar la realidad, ese mapa debería estar enrollado de forma que su extremo derecho coincidiera con el izquierdo, formando un cilindro. Y aun así, para ser del todo correcto debería dibujarse e imprimirse sobre una bola perfectamente esférica…

            -Entonces, padre, el Catay y el Cipango que describía Marco Polo en ese libro que vos me leéis tan a menudo, y en el que se dice que están al otro extremo remoto del Mundo, en realidad deben estar ahí enfrente – dijo el niño señalando el horizonte por donde había desaparecido el barco que se había estado ocultando mientras se alejaba.

            Y el capitán quedó pensativo.

            -Si, es cierto. Las Indias deben estar ahí enfrente, más allá de las Islas Azores, a donde va ese barco. Pero, ¿cuánto más allá? Porque si tiene razón Marino de Tiro, deben estar muy cerca, pero si la tiene Eratóstenes, ahí delante tenemos un mar inmenso que ningún barco podría cruzar con provisiones suficientes de alimentos y agua.

            Durante todo el anochecer, mientras padre e hijo regresaban a Lisboa, el capitán Colón anduvo silencioso y meditabundo.

            -¿Por qué vais tan callado, padre? – preguntó el chico cuando estaban ya a la vista de las puertas de la ciudad, con el estuario lleno de barcos a su derecha.

            -Porque lo que has dicho me ha dado mucho que pensar. Nuestros paisanos portuguesas están empeñados en alcanzar las Indias rodeando África en un viaje muy penoso, cuando, a lo mejor, tienen esas tierras enfrente justo de la proa de sus carabelas, navegando recto hacia occidente.

            Y en su mente empezó a germinar el proyecto de una expedición a las Indias, por el camino opuesto al que concibieron los navegantes hasta ese día.

 

                                                                         Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                                  (500 palabras)

miércoles, 9 de marzo de 2022

LA NUEVA ASTRONOMÍA.

 


EL APRENDIZ DEL MAESTRO LIPPERSHEY

            El aprendiz se había quedado solo en el taller. El maestro, como solía hacer todas las mañanas, había salido a la taberna a trasegar una buena jarra de cerveza.

            El chico no sentía una especial inclinación por el trabajo de su maestro. Si era su aprendiz fue porque su padre lo había llevado de la oreja y lo había puesto bajo su mandato, a ver si hacía de él un hombre de provecho. Que no soportaba verlo en casa haraganeando.

            -Ya ves - se decía el chico -, siempre puliendo vidrios hasta convertirlos en lentes, para después ponerlos en una montura y convertirlos en unas gafas que ayuden a los burgueses de la ciudad a leer los contratos o escudriñar las mercancías que compren…

            Cogió una lente y contempló a su través el tejido de su camisa. La urdimbre se le manifestaba como si los hilos de lino fueran maromas de barco. Qué prodigio, pensó. ¿Y si lo miraba a través de dos lentes? Y se puso a jugar con las que estaban depositadas cuidadosamente sobre un lienzo en el mostrador.

-Miremos a través de una cóncava y una convexa - y con una lente en cada mano, puesta una delante de otra, intentaba mirar algún objeto cercano, cuando, de repente, lanzó un grito de terror, al mostrársele la cabeza enorme de un tigre a través de los dos cristales, que casi se le caen de las manos. Y al apartar las lentes, vio a Peluso, el gato del taller, que se lamía las patas sobre el tejado de la casa.

            En eso entró el maestro.

            -¡Te he dicho mil veces que no quiero que juegues con las lentes!- le gritó, mientras alzaba la mano para propinarle una buena bofetada.

            -¡Ay, patrón, no me pegue, que he descubierto una cosa muy importante! - se excusó el mozalbete, buscando el indulto. Y le explico su experiencia con el gato y las  lentes.

            Pero el bofetón le cayó inapelable.

            -Hala, vete a tu casa y no vuelvas hasta mañana - le dijo el amo -. Esta semana no te pagaré el jornal.

            Cuando se fue el aprendiz, el maestro Lippershey se puso a hacer pruebas con las dos lentes y acabó fijándolas a los extremos de un tubo de cartón. Días después patentaba el primer telescopio de la Historia, que vendería al gobierno holandés como nuevo artilugio náutico y militar. Se hizo de oro y siguió dándole cachetes a su aprendiz, que nunca llegaría a ser óptico.

            Solo un año más tarde, un profesor de la Universidad de Padua, llamado Galileo, vio un catalejo de Lippershey en manos de un capitán, en el puerto de Venecia, y lo mejoró consiguiendo un telescopio de 30 aumentos. Y en vez de mirar al horizonte para vislumbrar barcos enemigos, alzó su mirada hacia la Luna y descubrió que tenía montañas, y que Venus tenía fases como la Luna, y que alrededor de Júpiter pululaban cuatro satélites, y fundó así la Astronomía moderna.

                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca

                                                                                           (500 palabras)

jueves, 3 de marzo de 2022

 


VERGÜENZA IMPOTENTE.

 

Ucrania, marzo de 2022.

 

Cuando el Mundo roza la hecatombe o la bancarrota.

Cuando el Capitalismo galopa irracional hacia el precipicio.

Cuando el crecimiento indefinido acaba con la Naturaleza.

Cuando un loco puede pulsar el botón del suicidio universal.

Cuando el miedo es una herramienta de poder.

Cuando la información manipulada nos empacha.

Cuando el odio se convierte en un veneno sabroso.

Cuando el amor no prevalece.

Cuando sospecho que la violencia sin límites está presente en nuestros genes.

Cuando todo esfuerzo por humanizar a los humanos es inútil…

Yo reniego del Género Humano.

Me avergüenzo de ser un pretendido Homo Sapiens.

Y lloro en silencio la desventura de formar parte de la Creación.

¿Puede esto ser obra de Dios? ¿De qué Dios?

Y si no lo es, ¿de quién es la obra maldita?

No amanece la esperanza por Levante.

El dolor y la vergüenza reinan en el Mundo, desde siempre y para siempre.

No quiero renegar de esa lucecita de esperanza que veo dentro de mí,

pero es tan pequeña y está tan remota, oculta tras mi horizonte interior…

Si un día llegara a reinar la sensatez en nuestro mundo.

Si un día supiéramos librarnos de los ambiciosos, de los soberbios, de los avaros,

de los egos aberrantes.

Si un día comprendiésemos que nunca ha lugar a imposiciones por la fuerza.

Si un día regresáramos a nosotros mismos.

Si un día alcanzáramos la sabiduría, como el resto de los animales.

Ese día sí podríamos llamarnos Homo Sapiens, con todo derecho.

Ese día habríamos llegado a ser lo que creemos ser.

Pero no sé si algún día llegará ese día.

Sinceramente: No lo sé.

                                                 Miguel Ángel Pérez Oca.

martes, 1 de marzo de 2022

LOS TRES CIENTÍFICOS Y DIOS

 


LOS TRES CIENTÍFICOS Y DIOS.

           

Recuerdo aquel congreso de Astronomía en Tenerife, en el que tuve la sensación de estar viviendo un momento especial de mi vida. Los organizadores habían invitado a grandes figuras de la ciencia para que impartieran conferencias. Por fortuna para mí, llegué algo tarde a la cena y ya no había sitio en las mesas de los aficionados, así que me colocaron en la de los conferenciantes. En ella, entre otros, había un padre jesuita y eminente astrofísico, una joven astrónoma uruguaya y un socarrón especialista del Instituto de Exobiología. Se hablaba del Principio Antrópico, y el sacerdote sostenía que probaba la existencia de Dios.

            -Claro, usted es cura católico – decía el exobiólogo - ¿Qué va a decir?

            -Seamos rigurosos – insistía el sacerdote - . Ahora que se pueden hacer modelos informáticos de universo, se ha probado que el único posible es este que habitamos. Si cambiamos la velocidad de la luz o la relación exacta entre las cuatro fuerzas fundamentales, si modificamos cualquiera de los valores absolutos de la Física, el Universo resulta inviable. Luego la casualidad no puede haber creado el único mundo posible entre infinitas posibilidades de caos. Y eso hace necesario un orden preestablecido… ¿por quién que no sea Dios?

            -Bueno, pues seamos rigurosos – intervino la joven uruguaya –. Si nos atenemos a los postulados de la Mecánica Cuántica, del vacío cuántico surgen infinitos universos. Así que, con infinitas posibilidades, es inevitable que alguno salga bien, y ese es en el que estamos.

            -¿Y a qué leyes obedece esa versión de la Creación? – preguntó el cura, volviendo a la carga.

            -A las de la Cuántica, evidentemente – contestó la joven atea.

            -¿Y por qué esas leyes no son tan aleatorias como las que rigen esos infinitos universos surgidos de la nada? ¿Por qué hay leyes de la Física, sea Cuántica o no? ¿Por qué hay algo en lugar de nada? … Y ¿por qué la existencia de un Creador no es una de esas infinitas alternativas cuánticas?

            El socarrón exobiólogo había soltado una sonora carcajada.

            -¿De qué se ríe, amigo, también usted es ateo? – le preguntó, ofendido, el jesuita.

            -¿Ateo yo? – respondió el otro – Mire usted, yo antes era ateo, pero últimamente he perdido mi fe en el ateísmo.

            Y cuando cesaron las risas generales, prosiguió, muy serio.

            -Cuando uno admira la naturaleza, cuando uno observa por un telescopio o un microscopio electrónico, accede a un Universo maravilloso, lleno de armonía, con unas leyes tan ajustadas que nos cuesta creer que se deban a la casualidad. ¿Son obra de Dios? Pero, veamos: ¿Qué es Dios? ¿Qué tiene que ver la Física con la moral cristiana o budista? Lo primero que tenemos que hacer es reconocer nuestra supina ignorancia. Es absurdo adorar a un creador del que desconocemos todo, incluso si existe; pero también lo es afirmar categóricamente que no hay una intención suprema más allá de los límites de nuestro conocimiento. Seamos humildes y proclamémonos agnósticos.

            Creo que el único al que el exobiólogo había convencido, fui yo.

 

                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca.

 

                                                                                          (500 palabras)

NUESTRO FUTURO