LA HAZAÑA DE UN MODESTO MÉDICO RURAL.
Ante
una jarra de espumante cerveza, sentado a una mesa del pub del pueblo,
conversaba con el señor Smith, secretario del ayuntamiento. A través de la
ventana veían pasar a los transeúntes, muchos de ellos con huellas recientes en
la cara.
-Las
muchachas han perdido su belleza juvenil y solo unas pocas podrán enamorar a un
hombre que, a su vez, haya sido agraciado con un rostro limpio de secuelas -
decía el secretario-. Y aun así todavía son afortunadas. Muchas jóvenes han
muerto en la pasada epidemia…
-Sí,
señor Smith, es una cuestión candente hallar la cura de esta maldita viruela –
razonó el doctor.
-Este
año solo se van a casar las lecheras…
-¿Las
lecheras? ¿Por qué las lecheras? – preguntó, intrigado, Jenner.
-¿No
lo sabe usted? ¿Acaso atendió a alguna vaquera durante la epidemia?
Y
el doctor se quedó pensativo, repasando su memoria.
-Pues
no, es cierto, ninguna de las lecheras de mi distrito padeció la enfermedad.
-Nunca
la padecen. Si quiere le enseño el registro de los últimos años. En las listas
se figura la profesión. Ya verá que en ninguna aparece una ordeñadora de vacas.
Y
al doctor se le encendió una luz en los ojos.
-Pues
si no se contagian debe ser por alguna razón…
-Y
es raro – remató el secretario –, porque sí que se contagian de la viruela
vacuna, y muchas de ellas padecen sarpullidos en las manos y muñecas, de la
misma clase de pupas que les salen a las vacas en las ubres.
Y
un silencio profundo se apoderó del médico Jenner. Estaba pensando, mientras
apuraba sorbos de su cerveza, hasta vaciar la jarra.
-Escuche,
amigo Smith, si inoculásemos a todos los habitantes de este pueblo con líquido
de las pústulas de una lechera infectada, quizá todos quedarían inmunizados
como ellas, ¿no le parece?
Y
el funcionario se encogió de hombros.
-Bueno,
el médico es usted. Pero por mi parte yo haría que el ayuntamiento le
facilitara la labor. Si tiene usted razón, se podrían salvar tantas vidas… y tantos
rostros bonitos…
-Pues
voy a estudiar el caso y haré unas pruebas para ver si ese método preventivo podría
ser útil, aunque tengo alguna duda.
-Pues
no dude, amigo mío, que lo veo salvando a la Humanidad, con el orgullo de ser
el descubridor de… ¿Cómo llamaría usted al método de su invención?
-Pues…
“inoculación de viruela vacuna para prevenir la viruela humana…” o algo así.
-Yo
creo que debería ser más breve: de vaca, Vacuna.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
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