miércoles, 23 de marzo de 2022

EL PRIMERO.

 


ENRIQUE EL NEGRO.

           No era negro, sino malayo, original de Sumatra. Pero los chicos de la Trinidad le llamaban “negro” porque su piel era más oscura que la de ellos.

-¡Eh, negro, ven aquí, a ver si entiendes lo que dicen éstos de la canoa!

Y Enrique se acercó a la borda y entabló una fluida conversación con los dos nativos que se habían acercado a la carabela para ofrecer frutas a cambio de alguna baratija.

En eso, el Capitán General don Hernando de Magallanes salió de la camareta acompañado por el caballero Pigafetta, cronista oficial de la expedición.

-Oye, negro – le dijo a Enrique, que era su esclavo e intérprete en el viaje -, pregunta a ésos cómo se llama la isla que tenemos a proa.

-Yo ya sé cómo se llama, mi señor amo. Se llama Zebú.

-¿Y tú cómo lo sabes?

-Porque ya he estado allí. Y porque esos nativos de la barca hablan en la lengua del reino de Zebú.

-Pero, ¿cuándo has estado tú en esa isla?-  le preguntó Pigafetta.

Y Enrique miró al horizonte, pensativo.

-Estuve aquí hace muchos años. Antes de que me capturasen los portugueses de Malaka y me vendieran como esclavo. Los portugueses hacían eso muy a menudo. Robaban nuestras especias y nos esclavizaban a los tripulantes de los juncos. Eran… piratas.

El Capitán General dio un tremendo puntapié en el trasero de su esclavo.

-¡Maldito negro! ¿Cómo te atreves a tachar de piratas a unos compatriotas míos? Robar o esclavizar a un infiel no es piratería. ¿Acaso no saliste ganando? Ahora eres cristiano y si te portas bien irás al cielo. Además, te he prometido la libertad si nos guías hasta las Islas de las Especias. Y cuando vuelvas a tu isla, podrás hacer cristianos a los tuyos. ¡No hagas que me arrepienta de haberte comprado en Malaka y llevado a Portugal!

-Perdonadme señor, he dicho una tontería – respondió el siervo, sumiso -. Debo estaros agradecido. ¡Pero es que estoy ya tan cerca de mi casa después de darle toda la vuelta al Mundo, que pierdo la cordura…!

Y Magallanes y el cronista se miraron significativamente.

-Pues es verdad – razonó Pigafetta – este esclavo es el primer hombre que le da la vuelta al Mundo.

-Ni se te ocurra escribir eso en tu crónica – le respondió, severo, el Capitán General –Si después de esta aventura, alguno de nosotros regresa a Castilla doblando el Cabo de Buena Esperanza, podrá decir que ha circunnavegado la Tierra. Pero no vamos a consentir que un esclavo negro reciba títulos y honores, ¿verdad? Que las distinciones son para los hombres de noble naturaleza.

Y los dos se fueron a proa, para ver mejor la isla de Zebú.

Y el “negro” se quedó mirándolos de soslayo mientras se rascaba la nalga dolorida. Dentro de 500 años, alguien leería la velada crónica de Pigafetta y proclamaría a los cuatro vientos que Enrique de Sumatra, el esclavo, el “negro”, fue el primer hombre que dio la vuelta al Mundo.

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                   (500 palabras)

1 comentario:

PacoM dijo...

Cierto, el primer humano que dio la vuelta al mundo y nunca se le ha reconocido oficialmente.