viernes, 25 de marzo de 2022

HAYA PAZ

 Ayer celebramos nuestra tertulia bisemanal "Generación21". No vinieron algunos compañeros a causa del mal tiempo, que tanto nos acobarda a los alicantinos, que no estamos acostumbrados a las lluvias persistentes. Sin embargo lo pasamos muy bien. La próxima reunión será el jueves día 7 de abril, en la Biblioteca Azorín, del Paseito de Ramiro.

A continuación os pongo mi trabajo que leí en la tertulia. El tema era "Paz" :

PAZ EN LA TIERRA.

            Nadie supo de donde había venido el agujero; porque el objeto aparecido de pronto frente al edificio de la ONU, en Nueva York, más que un objeto era un agujero en la realidad cotidiana y tridimensional de los seres humanos que lo contemplaban, bien en directo o a través de las pantallas de los televisores de todo el Mundo. Apareció como un punto negro flotando en el aire a un metro del suelo, y después, lentamente, fue creciendo hasta alcanzar la dimensión y la apariencia de un túnel de ferrocarril abierto en el aire. Lo curioso era que, lo mirase uno desde cualquier dirección, el agujero parecía estar siempre frente al espectador. Y ese efecto se hizo más patente cuando en la lejanía del túnel se vio avanzar al ser. Venía hacia la desembocadura del agujero desde un sitio muy lejano, siempre desde la dirección en la que lo miraba el observador. Y es que, como dijo un eminente físico que habló en una tertulia de televisión, el ser venía de otras dimensiones del espacio-tiempo.

            Cuando el gigante llegó a la salida del túnel, éste se esfumó, y aquella figura enorme quedó en el centro del círculo formado por miles de curiosos, periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. ¿Cómo os lo describiría? Todo él era de color oscuro, como una sombra sólida, con los pies bien asentados en la tierra del parque. Su apariencia antropomorfa tenía unos cuatro metros de altura. Su cuerpo musculoso y firme era la representación de un atleta terrestre, con la cabeza rapada y los rasgos de su cara apenas definidos. No parecía tener ojos y su boca solo sería visible cuando hablase.

            Inmediatamente se puso a andar en dirección al Palacio de la Asamblea con pasos ágiles que los disparos de varios vehículos blindados no pudieron detener, puesto que, a cada tiro, aparecía un escudo traslúcido de forma esférica que lo protegía. Al entrar por el acceso principal del edificio, tuvo que agacharse para no dar con la cabeza en el marco de la gran puerta. Después, se dirigió al hemiciclo de los representantes de todas las naciones, que permanecían de pie, aterrados e incapaces de mover sus piernas para iniciar la huida. El gigante ocupó el estrado de los oradores y comenzó a hablar. Pero cada delegado oiría el discurso en su propia lengua.

            -Señoras y señores, vengo desde los confines del espacio y del tiempo para hacerles un amargo reproche. Desde que decidimos crear este Universo hemos visto muchas cosas. Hemos visto planetas suicidas. Hemos visto mundos cuyos habitantes han cometido grandes injusticias, abusos y crímenes, hasta que en un punto de su historia alcanzaron estados de bienestar que hicieron innecesaria, e incluso impensable, toda violencia. Pero ustedes, los Homo Sapiens, han sido las criaturas más abominables, más brutales, más injustas, más despreciables. Y no han tenido, en toda su corta vida, un solo minuto de paz. Siempre, en algún lugar del mundo, ha habido hombres matando a otros hombres, mujeres y niños. Hace poco, un poeta me invocó – él me llamaba Dios – y me convenció para que nos decidiéramos a intervenir. Pues bien, aquí estoy, para que de una vez para siempre venga la paz en la Tierra a los humanos de buena voluntad.

            Y se marchó de nuevo al parque, apareció otra vez el túnel y el gigante entró en él y se perdió en sus confines. Al poco tiempo, todas las cadenas de televisión dieron la noticia: Ciento treinta y dos líderes políticos, religiosos y económicos habían desaparecido de repente, así como varios millares de militares en activo. Las guerras habían cesado de pronto por falta de combatientes y todas las armas habían dejado de funcionar. Era el preludio de una paz que había de durar mientras el Homo Sapiens habitara el planeta. Y una sonrisa general fue el anuncio de una etapa maravillosa que se iniciaba: la Era de la PAZ.

            En eso abrí los ojos frente al televisor. Mi gato Kepler me había despertado al saltar a mi regazo. Y en la pantalla aparecían noticias de la guerra de Ucrania.

                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca.


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