lunes, 30 de agosto de 2021

LA GLORIOSA.

 


LA GLORIOSA

 

            En la segunda mitad del siglo XIX Alacant ya era una ciudad importante. En 1877 tenía 35.000 habitantes y al finalizar el siglo, 50.000. Nos dice don Nicasio Camilo Jover que sus calles céntricas estaban adoquinadas. Había alumbrado de gas. Contaba con 3.900 edificios, 6 iglesias, un instituto de 2ª Enseñanza, catorce escuelas, un observatorio astronómico, una biblioteca pública, un teatro, dos cuarteles, dos hospitales, una casa de expósitos y maternidad, una fábrica de cigarros donde trabajan más de 4.000 mujeres, una casa de baños, una plaza de toros, un trinquete, tres paseos “lindísimos”, siete fuentes monumentales y nueve de vecindad, tres fondas, numerosas casas de huéspedes, un casino, seis cafés, dos molinos harineros a vapor, dos litografías, cinco imprentas, tres gabinetes fotográficos, una fábrica de nitrato de potasa, otra de espejos, una fundición de hierro, una aserrería, varios comercios de quincalla y bisutería, tiendas de modas, talleres de varias industrias, almacenes de muebles de lujo, fábricas de curtidos, alfarerías, el ferrocarril, el muelle que se internaba ya 625 metros en el mar, estaciones telegráficas, varios periódicos, una sucursal del Banco de España, consulados, aduana, y en verano numerosos viajeros que acudían a sus playas y encontraban en la bahía siete cómodos establecimientos de baños.

            Se cuenta que el famoso escritor danés Hans Christian Andersen pasó por Alacant y se hospedó en la  Fonda del Bossío, frente al Teatro Principal, desde donde podía oír “el reflujo del mar” en “una noche de verano como no la había experimentado nunca”.

            Las viejas murallas iban siendo derribadas, dando lugar a la posibilidad de crear nuevos barrios, como San Blas y Benalúa, y el puerto iba creciendo con la prolongación del muelle de levante y la construcción de un contramuelle, separado de éste por una bocana; y ya se pensaba en construir un segundo muelle de levante que cerrase y protegiese definitivamente la instalación y diese un mayor calado a los atraques de grandes barcos.

            En 1861, Narcis Monturiol probaba en nuestro puerto, ante las autoridades del Gobierno, su submarino Ictíneo, 8 años antes de que Julio Verne publicara su novela “20.000 leguas de viaje submarino”.

            Instituciones importantes que aún hoy perviven fueron el Ateneo y  la Logia Masónica Constante Alona. Florecieron partidos políticos, como el Demócrata, de Eleuterio Maisonnave y Aureliano Ibarra; incipientes sindicatos y mutualidades obreras; nuevas ideas que anunciaban el fin del régimen personificado en doña Isabel II, que se defendía con la represión de conocidos liberales, como Tomás España y Aureliano Ibarra, encarcelados por sus opiniones.

            Y al fin, el 18 de septiembre de 1868 estalló la revolución conocida como La Gloriosa, que empezó con el pronunciamiento de la Armada en Cádiz. En Alacant hubo un intento de levantamiento el día 21 con la construcción de barricadas frente al Teatro Principal, que fue sofocado rápidamente por el ejército en un breve tiroteo; pero el 29, al conocerse la victoria revolucionaria en la batalla del Puente de Alcolea, huyó el Gobernador Civil y el Ayuntamiento, de color conservador, cedía sus poderes a una Junta Revolucionaria provisional, mientras de Madrid llegaba la noticia: la Reina había marchado al exilio. Y los revolucionarios, capitaneados por el general Prim, se apresuraron en buscar un nuevo rey democrático para España; y lo encontraron en la persona del príncipe italiano Amadeo de Saboya. Amadeo I sería un buen rey, cargado de buena voluntad, pero su reinado se inició en circunstancias trágicas: Cuando llegó a España no estaba su amigo el general Prim para darle la bienvenida, pues acababa de ser asesinado.

Alicante, con el resto de España, veía con cierta esperanza, no exenta de temores, cómo nuestro país entraba en una nueva era. ¿Acabaría triunfando la Democracia?

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