LA GLORIOSA
En
la segunda mitad del siglo XIX Alacant ya era una ciudad importante. En 1877
tenía 35.000 habitantes y al finalizar el siglo, 50.000. Nos dice don Nicasio
Camilo Jover que sus calles céntricas estaban adoquinadas. Había alumbrado de
gas. Contaba con 3.900 edificios, 6 iglesias, un instituto de 2ª Enseñanza,
catorce escuelas, un observatorio astronómico, una biblioteca pública, un
teatro, dos cuarteles, dos hospitales, una casa de expósitos y maternidad, una
fábrica de cigarros donde trabajan más de 4.000 mujeres, una casa de baños, una
plaza de toros, un trinquete, tres paseos “lindísimos”, siete fuentes
monumentales y nueve de vecindad, tres fondas, numerosas casas de huéspedes, un
casino, seis cafés, dos molinos harineros a vapor, dos litografías, cinco
imprentas, tres gabinetes fotográficos, una fábrica de nitrato de potasa, otra
de espejos, una fundición de hierro, una aserrería, varios comercios de
quincalla y bisutería, tiendas de modas, talleres de varias industrias,
almacenes de muebles de lujo, fábricas de curtidos, alfarerías, el ferrocarril,
el muelle que se internaba ya 625 metros en el mar, estaciones telegráficas,
varios periódicos, una sucursal del Banco de España, consulados, aduana, y en
verano numerosos viajeros que acudían a sus playas y encontraban en la bahía
siete cómodos establecimientos de baños.
Se
cuenta que el famoso escritor danés Hans Christian Andersen pasó por Alacant y
se hospedó en la Fonda del Bossío,
frente al Teatro Principal, desde donde podía oír “el reflujo del mar” en “una
noche de verano como no la había experimentado nunca”.
Las
viejas murallas iban siendo derribadas, dando lugar a la posibilidad de crear
nuevos barrios, como San Blas y Benalúa, y el puerto iba creciendo con la prolongación
del muelle de levante y la construcción de un contramuelle, separado de éste
por una bocana; y ya se pensaba en construir un segundo muelle de levante que
cerrase y protegiese definitivamente la instalación y diese un mayor calado a
los atraques de grandes barcos.
En
1861, Narcis Monturiol probaba en nuestro puerto, ante las autoridades del
Gobierno, su submarino Ictíneo, 8 años antes de que Julio Verne publicara su
novela “20.000 leguas de viaje submarino”.
Instituciones
importantes que aún hoy perviven fueron el Ateneo y la Logia Masónica Constante Alona. Florecieron
partidos políticos, como el Demócrata, de Eleuterio Maisonnave y Aureliano
Ibarra; incipientes sindicatos y mutualidades obreras; nuevas ideas que
anunciaban el fin del régimen personificado en doña Isabel II, que se defendía
con la represión de conocidos liberales, como Tomás España y Aureliano Ibarra,
encarcelados por sus opiniones.
Y
al fin, el 18 de septiembre de 1868 estalló la revolución conocida como La
Gloriosa, que empezó con el pronunciamiento de la Armada en Cádiz. En Alacant
hubo un intento de levantamiento el día 21 con la construcción de barricadas
frente al Teatro Principal, que fue sofocado rápidamente por el ejército en un
breve tiroteo; pero el 29, al conocerse la victoria revolucionaria en la
batalla del Puente de Alcolea, huyó el Gobernador Civil y el Ayuntamiento, de
color conservador, cedía sus poderes a una Junta Revolucionaria provisional,
mientras de Madrid llegaba la noticia: la Reina había marchado al exilio. Y los
revolucionarios, capitaneados por el general Prim, se apresuraron en buscar un
nuevo rey democrático para España; y lo encontraron en la persona del príncipe
italiano Amadeo de Saboya. Amadeo I sería un buen rey, cargado de buena
voluntad, pero su reinado se inició en circunstancias trágicas: Cuando llegó a
España no estaba su amigo el general Prim para darle la bienvenida, pues
acababa de ser asesinado.
Alicante, con
el resto de España, veía con cierta esperanza, no exenta de temores, cómo
nuestro país entraba en una nueva era. ¿Acabaría triunfando la Democracia?
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