Soy el político perfecto. No tengo nada dentro; así que el Partido puede llenarme con lo que quiera..
Me irritan los políticos que se esfuerzan por no meter la pata. Aquellos que tienen aprendida la lección del mensaje que el partido quiere transmitir al electorado e impone a sus directivos y militantes. Y estos, como loros amaestrados, repiten el ideario cuidando de no salirse, de nos ser espontáneos ni originales, de no demostrar que piensan por sí mismos. Me cabrea el Pedro Sánchez cuando repite las "genialidades" y las frases hechas que le preparan sus guionistas. Me solivianta la Susana cuando, ante una pregunta ingeniosa o comprometida, se sale por los cerros de Úbeda, por la tangente, con los consabidos tópicos grandilocuentes o patrióticos, o con argumentos retorcidos para no tener que afrontar conceptos que pudieran comprometerla. Odio a los chicos del PP y de C's cuando repiten patrañas y argumentos que sus argumentadores han elaborado pensando que sus votantes son tontos. En el fondo tienen razón. Para votarlos a ellos, al menos si se es un modesto trabajador, o sea la mayoría del pueblo soberano, hay que ser muy tonto. No digamos nada de Rajoy, que ni siquiera es capaz de repetir el argumentario si reclama un mínimo de reflexión inteligente. ¿Cómo ha podido este mediocre llegar a ser registrador de la propiedad, con lo difíciles que son las oposiciones a tan insigne y lucrativo oficio? Porque para ser Jefe de Gobierno, desde luego, no hay que ser muy espabilado. La Historia nos lo demuestra muchas veces. Lo vimos en aquella memorable película del jardinero autista ("Bienvenido, Mr. Chips") , que era capaz de andar sobre las aguas (pisando las piedras, claro). No me mola el discurso épico y mediático del joven Iglesias, que un día dice una cosa y al otro la contraria, según soplen los vientos o su concepto de la estrategia electoral. Y es que gente con verdadera personalidad, con la sinceridad a flor de piel, y la honestidad como carta de presentación, que yo sepa, solo tenemos hoy día a Alberto Garzón, como tuvimos a Julio Anguita y pare usted de contar. Ahora abundan los actores y los papagayos con autocensura incluida en su contrato con el partido. Y es que, como decía el cínico Guerra: "El que se mueve no sale en la foto".
Qué pena.
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