LA TRANSICIÓN
Cuando
el 20-12-1973 ETA acabó con el almirante Carrero Blanco, Franco dijo aquello de
“No hay mal que por bien no venga” y nombró Jefe de Gobierno al recomendado por
doña Carmen Polo, el ex fiscal sanguinario de Málaga, Arias Navarro, quien
propuso un plan de relativa y dudosa democratización que denominó “Espíritu del
12 de febrero”. Con ello levantó grandes esperanzas. Pero la ejecución del
anarquista Puig Antich y los encontronazos con el “Bunker” de Girón y sus
inmovilistas recalcitrantes, a los que Franco consentía, desbarataban cualquier
asomo de progreso. Para postre, en abril del 74, justo ahí al lado, en Portugal,
estalló la pacífica Revolución de los Claveles; y ETA ponía una bomba en el
Café Rolando, cerca del Edificio de la Central de Seguridad, en Madrid, en
plena Puerta del Sol, causando 12 muertos civiles. El “Bunker” aprovechaba para
alarmar a Franco, cuya senectud próxima al fin de su vida no impidió que
firmara sus últimas condenas a muerte, que se llevaron a cabo el 27-9-1975.
Fueron sus últimos 5 muertos. En Europa hubo grandes manifestaciones de repulsa
y una enérgica condena por parte del Papa Pablo VI; mientras en Alicante se hacía
una gran manifestación de apoyo al dictador, con la asistencia de “pied-noires”
de extrema derecha, refugiados en España tras la independencia de Argelia; y en
el resto de España, lo mismo.
Dos
meses más tarde, Arias Navarro salía por televisión, gimoteando, para decirnos:
“Franco ha muerto”. Su agonía había sido larga y penosa y en muchos rincones
ocultos se celebró su fallecimiento con champán. Porque todos entendían que con
Franco se iba su dictadura. Fue el 20 de noviembre de 1975. Arias Navarro
siguió de Jefe del Gobierno y Hassan II de Marruecos aprovechó el vacío de
poder para hacerse con el Sahara con la famosa Marcha Verde.
Arias
formó nuevo gobierno con los reformistas del régimen: Fraga, Osorio, Areilza y
Pío Cabanillas. En la clandestinidad, el P.C formaba con sus aliados la Junta
Democrática, mientras el PSOE, al margen de éstos, organizaba la Plataforma de
Convergencia por su cuenta. En Alicante, los jóvenes del PSOE de entonces
conspirábamos en un piso de la Calle Espronceda y un día toda la oposición
celebró la unión definitiva de ambos movimientos, que alguien bautizó como la
“Platajunta”.
Los
muertos de Montejurra y Vitoria y la fuerza de la oposición organizada hicieron
que, perdido su gobierno todo prestigio, Arias dimitiese. Entonces la decisión
del Rey pareció, en principio, incomprensible. Nombró Jefe de Gobierno a un
hombre de la Dictadura, Secretario General del Movimiento y ex Director de
Televisión Española, Adolfo Suárez. Sin embargo, el designado demostró con
creces su arrojo y sus dotes de seductor, convenciendo a los procuradores
(diputados) franquistas para que se hicieran el hara-kiri mediante una Ley para
la Reforma Política que aprobarían los españoles en referéndum y que le
permitió legalizar a los partidos y los sindicatos. En Alicante, un día de mayo
de 1976, en el patio del Club de Amigos de la Unesco en obras, celebramos con toda naturalidad la primera reunión de UGT.
Aunque la
transición no iba ser todo lo pacífica que deseaban los españoles: la muerte
por la policía de Teófilo del Valle, un manifestante de Elda, y de Miguel Grau,
por un fanático de extrema derecha que le lanzó un ladrillo desde un piso alto,
mientras pegaba carteles en la Plaza de los Luceros; los porrazos de los
“grises” en la Explanada durante la manifestación autorizada del 1 de mayo; y en
Madrid, el asesinato de cinco abogados laboralistas por pistoleros fascistas el
24-1-1977, hicieron de ésta una transición sangrienta, como nos cuenta Mariano
Sánchez Soler en su libro.
Suárez
no se arredraba y legalizó al Partido Comunista de Carrillo y La Pasionaria,
pese al berrinche de algunos generales. En Alicante empezaron a celebrarse
mítines y conferencias de Pepín Vidal Beneyto, Fraga, Tierno Galván, La
Pasionaria, Ruiz Jimenez, y conciertos de cantautores de izquierdas, como el
alicantino Adolfo Celdrán. Los presos políticos salían de las cárceles. Y el
día 15 de junio de 1977 tuvieron lugar las primeras votaciones democráticas,
después de 40 años de tiranía.
Cuando
metí la papeleta en la urna no pude evitar que los ojos se me humedecieran y
que esta me pareciese la ocasión más dichosa de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario