lunes, 22 de noviembre de 2021

MI ÚLTIMO TRABAJO PARA LA TERTULIA GENERACIÓN 21

 Esto lo escribí para la tertulia del día 18, a la que no pude asistir porque me hacían una colonoscopia que salió, afortunadamente, muy bien.

VOLVER A CASA.

            Mañana volveré a Acualia. Hace setenta y cinco años que añoro las praderas azules de sus millones de islas, bajo las 16 lunas naturales y el mundo anillo de tonos dorados donde vivimos los pentápodos. Acualia es tan bello comparado con este mundo antipático, donde todo se resuelve compitiendo en fuerza o en astucia... He bajado muchas veces del Mundo Anillo al planeta donde no existen los depredadores, donde los herbívoros conviven plácidamente con las aves multicolores bacteriófagas que juegan con las nubes plateadas sobre un paisaje suave de colinas turquesa, cubiertas de flores blancas y rosadas. Estos terrícolas de aquí no pueden comprenderlo. Algunos de ellos sueñan con un edén lejanamente parecido a nuestro mundo acualiano, pero no son capaces de realizarlo. Ellos tienen que predominar sobre las otras especies, tienen que moldear el paisaje a su capricho y disputar con los demás la primacía. En vano tuvieron filósofos que les indicaron el buen camino, pero, por desgracia para ellos, los instintos y la testosterona de los machos tiranizan su comportamiento. ¿Os he dicho que aún hoy practican eso que llaman “guerra” y una de las industrias más productivas es la de las armas? Horrible. He tardado muchos años en adaptarme a una realidad tan repugnante. Cuando llegué tenía a menudo que disimular mis náuseas ante su comportamiento soez e irracional. ¿Sabéis el nombre que se dan a sí mismos? No os lo vais a creer. Se llaman “Homo Sapiens Sapiens”. ¡Qué risa! Qué risa, ¿verdad? “Hombre Sabio Sabio”. Je, je. Por suerte para mí, dentro de unas horas me quitaré la escafandra mimética que imita a la perfección a un ser humano del sexo masculino y volveré a verme con mi dulce apariencia de pentápodo trisexual, con mis tentáculos de colores, mis ojos facetados, mi cresta traslúcida y mi aleta dorsal vibrátil. Flotaré de nuevo en el agua transparente de mi cápsula espacial, que tengo escondida desde hace setenta y cinco años en el fondo de una laguna de Rabasa…

            Cuando captamos las primeras emisiones de rayos gamma procedentes de explosiones nucleares en el desierto de Nuevo México y en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, empezamos a sospechar que ésta es una civilización condenada al suicidio. Por eso mis hermanos me enviaron aquí, para que los vigilase. Usé varias escafandras miméticas y me presenté como un tal Martin Luther King, adalid de la no violencia. También me manifesté como gobernante, en la figura del presidente americano Kennedy y del sueco Olof Palme. Los ayudé lo mejor que pude, y ellos nunca sospecharon mi condición de intruso, pero acabé asesinado en todos los casos. Afortunadamente, los daños los sufrió la escafandra y mi ser salió indemne, pero fracasado.

            Ahora, ellos, incorregibles, están envenenando el planeta, llenándolo de basura y alterando mortalmente el clima. No tienen arreglo, están condenados a la extinción y así lo he informado a mis hermanos de Acualia. Mañana sacaré la cápsula del fondo de la laguna y volveré a casa. 

                                                                                  Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                                         (500 palabras)

Ah, os recuerdo que la próxima reunión será el día 2 a las 18,30 en la Biblioteca Azorín, del Paseíto de Ramiro; y que el próximo jueves, día 25, doy una charla en el Ateneo sobre "Eureka, la serendipia en la ciencia".

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