¡EUREKA!
Eureka es el grito que lanzó Arquímedes cuando descubrió el principio que explica la razón por la que flotan los barcos… o los usuarios de una bañera en unos baños públicos. También se dice que Serendipia es el nombre que recibe un descubrimiento casual, inesperado. Fleming dijo una vez: “A veces encontramos lo que no estamos buscando” refiriéndose a su descubrimiento de la penicilina en un cultivo que “se había echado a perder”. Y es que se da tantas veces que alguien, después de años de esfuerzo y trabajo, alcanza su objetivo por casualidad, cuando menos se lo esperaba...
Como a mí me
apasiona la Historia de la Ciencia, me he tropezado muchas veces con anécdotas
muy divertidas en las que alguien, por serendipia, hace un descubrimiento
sensacional y grita con entusiasmo: ¡Eureka! ¡Lo encontré!
Esta serie de
artículos está dedicada a este fenómeno maravilloso. Pero no crea el lector que
para hacer un descubrimiento importante y revolucionario basta con tumbarse a
la bartola y esperar la serendipia. No, señor. Picasso dijo una vez: “Haz que cuando
la inspiración te llegue te pille trabajando”.
También
ocurre, por desgracia, el fenómeno contrario, sería la “anti serendipia”,
cuando una persona esforzada dedica años de estudios y esfuerzos para conseguir
una meta decisiva para la humanidad, pero los poderosos que habrían de
financiarla la consideran una estupidez. Y el genio se ve desamparado porque el
poder y la fortuna no siempre caen en las manos adecuadas.
Ojalá que la
serendipia os pille trabajando en algo importante y podáis gritar ¡Eureka! Ese
es el deseo que dirijo al lector de esta serie de artículos.
Como dijo un
maestro Zen, lo mejor que nos puede pasar es que estemos despiertos cuando
salga el Sol.
Gracias por
leerme.
Miguel Ángel Pérez Oca.
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