EL ÁRBOL Y LA PIEDRA
Hoy
es 28 de marzo de 2021, en el mes 12 de la pandemia del Coronavirus. Hoy hace
82 años que el buque Stanmbrook, al mando del buen capitán Archibald Dickson,
partió de Alicante hacia Orán con 3.000 refugiados republicanos. En el muelle
quedaron 20.000 más, esperando en vano quién pudiera llevarlos al exilio. Al
día siguiente terminó la Guerra Civil Española y los republicanos del puerto
fueron hechos prisioneros y llevados al Campo de los Almendros, para desde allí
ser enviados a la cárcel o a la muerte. También hace 79 años, qué casualidad,
que el poeta Miguel Hernández, el mejor de los poetas, murió de miseria,
desatenciones y tuberculosis en el Reformatorio de Adultos de Alicante.
Tanto
dolor merece al menos un recuerdo y el repudio del fascismo que durante tantos
años iba a castigar a nuestra patria.
Esta
mañana he estado en el Campo de los Almendros, para dedicar un pensamiento y un
homenaje a aquellas personas que allí sufrieron y fueron humilladas por la mala
gente que nos robó la libertad. Y me he sorprendido al verme solo ante el
monumento de roca viva y el almendro que plantamos hace 7 años. La pandemia ha convencido a la gente
de que debe quedarse en casa. La roca sigue allí, impasible, con su leyenda de
hierro, explicando el motivo de su presencia. Pero el árbol, el almendro… ¡Dios
mío!, se ha convertido en un gran árbol, en un almendro enorme, tan grande que
con sus ramas está abrazando a la piedra, como la vida protege a la verdad, mientras
obsequia a los visitantes con multitud de magníficas almendras aterciopeladas y
verdes.
La
estampa me ha emocionado y esa emoción quiero compartirla con vosotros y
vosotras, mis amigos.
Para
que nunca más la violencia deshonre a estas tierras de sol y de brisa.
Algún
día, cuando pase la pandemia, os prometo daros un abrazo fraternal.
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