El niño de los ojos grandes
mira desde la patera
y, callado, desespera
que no vengan a salvarle.
El niño de los ojos grandes
anhelaba un paraíso,
pero el destino lo quiso
frente a costas miserables.
El niño de los ojos grandes
no sabe que en esta tierra
hacen las armas de guerra
que mataron a sus padres.
El niño de los ojos grandes
desfallece poco a poco,
sin esperanza en los ojos
y con salitre en el aire.
El niño de los ojos grandes
morirá desamparado,
que ha nacido sentenciado
por mezquinos y cobardes.
El niño de los ojos grandes
está perdido en la mar.
¿Quién lo vendrá a rescatar,
si no queremos mirarle?
Miguel
Ángel Pérez Oca.
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