DEL CUADERNO ERÓTICO DE ISMAEL WHALEKILLER.
Me
llamo Ismael. He sido sacristán, maestro de escuela y marino ballenero. Una vez
perdí mi fe y me embarqué en el Pequod. Y tras un trágico naufragio escribí una
novela titulada “Mobi-Dick” con el seudónimo de Herman Melville. Después,
siendo ya un escritor famoso, viajé a Boston a entrevistarme con un editor y
aproveché para revivir una lejana experiencia. El caso es que, siendo aspirante
a pastor, estuve unos días alojado en casa del reverendo Armstrong, que vivía
con su hermosa mujer y sus tres lindas hijas. Por las noches, una mujer anónima
me visitaba en la habitación oscura y me proporcionaba mis primeras
experiencias sexuales. Y esta vivencia contribuyó a la pérdida de mi fe, e hizo
que me convirtiera en marino, siempre atormentado por la incertidumbre de no
saber cuál de las cuatro damas del reverendo había sido mi amante ocasional.
Ahora, con una posición desahogada y un carácter maduro, me propuse desvelar el
misterio que tanto había condicionado mi vida.
Cuando
llamé a la puerta de la vieja casa, apareció en el umbral la señora Armstrong,
con unos años más, pero tan bella como siempre. Tardó en reconocerme.
-¡Ismael!
Mi querido Ismael… Cuánto tiempo.
-¿No
está el reverendo en casa?
Y
ella bajó la cabeza y me sonrió algo cohibida.
-¿Es
que no sabe usted lo que ha pasado?
Y
yo negué, sorprendido.
-Está
en la cárcel – me dijo -, cumpliendo una condena por suplantación de
personalidad.
Y
me hizo pasar al salón.
-Sé
por qué ha venido usted… Quiere saber cuál de nosotras fue su amante secreta
durante su estancia en esta casa, ¿verdad?
Y
yo asentí.
-Lo
cierto - dije - es que esa incógnita me ha atormentado toda la vida. Es más,
siempre he sospechado que fueron ustedes cuatro, turnándose cada noche.
Y
ella se echó a reír.
-Voy
a contarle una historia. Ocurrió en el Lejano Oeste. Había un circo ambulante
que marchaba por los pueblos con una caravana de carros. Entre ellos iba uno
donde una “madame” y sus tres pupilas ejercían la prostitución. El dueño del
circo, que era un canalla, explotaba a la “madame” y maltrataba a las chicas,
hasta que encontraron a alguien que las protegió. Se trataba de la Mujer Barbuda,
que se enfrentó al villano en un duelo a pistola y lo mató. Luego, las cinco
mujeres huyeron al Este y se establecieron en Boston. La Mujer Barbuda, que se
llamaba Patricia y era muy creyente, se afeitó el mentón y el bigote y se dejó
crecer unas grandes patillas…
En
aquel momento recordé el extraño aspecto del reverendo Patrick Armstrong, con
su rostro feminoide y sus patillas enormes.
-Se
hizo pasar por un hombre, pastor evangelista venido del Oeste, y a nosotras,
por su esposa e hijas. Sus sermones se hicieron famosos y al poco se le
encomendó la dirección del Congreso de Estudios Bíblicos en el que lo alojamos
en casa.
-¿Y
mi amante? – pregunté con ansiedad.
-Su
amante, señor Ismael, fue el reverendo Armstrong.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
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