lunes, 11 de enero de 2016

VENCERÉIS PERO NO CONVENCERÉIS.


"Venceréis, pero no convenceréis", le dijo don Miguel de Unamuno al general Millán Astray, el de "Viva la muerte", y tuvo que intervenir doña Carmen Polo para que aquel pedazo de bruto no le pegara un tiro al eminente escritor y filósofo. Días después se murió don Miguel, no sabemos si del disgusto, de la pena o de sus muchos años. Pero el caso es que su famosa frase sigue teniendo vigencia, a veces, incluso, por parte de los dos bandos de cualquier contencioso político. Y es que la realidad es muy, pero que muy complicada.
Porque no se trata de vencer por la fuerza sino de convencer con la palabra. No se trata de obligar a los catalanes a seguir siendo españoles, les guste o no, sino de convencerlos para que quieran seguir siéndolo. Porque si de verdad la gran mayoría de los catalanes quisieran ser independientes no habría Constitución que lo impidiera, ni razón que los convenciese.
Pero tampoco se trata de imponer la independencia con un cuarenta y tantos por ciento de votos a favor, relegando al silencio al mayoritario resto de la población, sino de ver entre todos qué es lo que más le conviene al pueblo catalán.
En cuanto a la tibia izquierda socialista, parece mentira que piense que va a convencer a nadie usando los viejos tópicos franquistas del estilo de "los que quieren romper España".
Convencer con argumentos, con ofertas atractivas, es algo que la derecha carpetovetónica no sabe hacer. De hecho, cada vez que Rajoy o alguno de sus secuaces abre la boca, unos cuantos miles de catalanes se hacen independentistas. Porque en el fondo lo que quieren los catalanes es librarse de la caspa y la pandereta; toma, como la mayoría de nosotros. Y lo que quieren los centrípetos de la derecha es forzar a los catalanes a ser castellanos en Cataluña. Y no les perdonan que bailen la sardana y hablen en catalán.  De hecho se lo toman como ofensas a las que hay que contestar con exhibiciones de fuerza. 
A los otros, a los señoritos catalanes, como buena derecha que también son, les encanta envolverse en la senyera y decir que "Madrid nos roba", mientras algunos de ellos no solo roban a Cataluña, sino que se llevarían el botín a Madrid, si Madrid fuera un paraíso fiscal. 
En cuanto a los de Esquerra Republicana y la CUP, sueñan con la panacea independentista, como remedio a todos los males de la crisis global, la ecología planetaria y el capitalismo mundial. Como si todo eso se pudiera remediar poniendo la estelada en lo alto de Montjuich y colocando de presidente a un catalán, chorizo o no, al frente de un país pequeñito convertido en un planeta independiente.
Más valdría que todos se esforzasen en convencer en lugar de vencer, y en lugar de esperar a que la sangre llegue al río para cantar el himno de los mártires y ser por fin cabecitas de ratón... Con lo mal que está la cosa por ahí.
                                                                              Miguel Ángel Pérez Oca.

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