ÉUFRATES ROJO.
La sangre, ayer, tiñó el Éufrates de rojo.
Las orillas del gran río se colmaron de madres muertas y niños
sacrificados
a un Dios infinitamente bueno, sabio y poderoso.
Señor, ¿Tú eres ese Dios y lo permites?
Lo mejor para mí sería negarte, echarte del Edén que ocupabas
en mi mente,
pues ayer supe con certeza que no existes,
Ese Dios que no es Dios y que no espero.
Ese tirano que ayer quemaba herejes y hoy degüella madres en
el Éufrates.
¡Es un Ser imposible que no quiero!
Ayer, el Éufrates se tiñó de rojo
y yo perdí toda esperanza.
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