martes, 8 de octubre de 2019

EL FARO Y LA PASIÓN

"Faro" y "Pasión" eran los dos temas de la Tertulia de ayer, y yo presenté este trabajo, basado en tristes experiencias propias, en las que la creatividad se ve entorpecida por imperativos mercantilistas. Espero que os ilustre.


EL CREPÚSCULO DE LOS CREADORES.

El faro de la isla, como todos los faros de hoy día, se enciende automáticamente en cuanto anochece y se apaga al amanecer. Ya no hay fareros. Así que la casita adjunta se alquila ahora a los turistas. El Escritor la ocupa desde hace meses, mientras se afana en terminar, con todo su ingenio y su pasión, el libro de su vida.
            Está sentado en el porche, a la sombra del faro, frente a los acantilados y un mar azul bajo el cielo cruzado por gaviotas. Enciende su ordenador y abre el correo. Suspira desalentado. Hay una carta, amable aunque fría, en la que el secretario de un jurado le dice que la novela que presentó a un certamen no ha sido premiada y ni siquiera es finalista. Y el Escritor se lamenta de ser un ingenuo que aún confía en la honradez de todos esos tribunales. Y porque una vez ganó un premio literario, se ha creído que todos son imparciales y van a reconocer los méritos de un novelista genial y desconocido. “Sonó la flauta por casualidad”, se dice, recordando aquel feliz y engañoso suceso.
            Mira en las bases la composición del jurado: varios periodistas, escritores galardonados y críticos profesionales, gente del “mundillo”. Y el premiado es un conocido miembro de ese círculo. Ha ganado ya varios premios y está promocionado – lo reconoce como un mérito – por un famoso gurú literario. “Endogamia”, murmura el Escritor, y después visiona las páginas de su libro casi acabado. “Tendré que editarlo por mi cuenta. Los ensayos y la poesía no los quiere publicar nadie”. Sí, tendrá que pagar su impresión a una de esas editoriales de auto-edición, y confiar su venta a una distribuidora que se llevará el 60% de lo recaudado. El precio de los libros se reparte entre libreros, distribuidores y editores, y lo que sobra, un miserable 8 ó 10%, es para el creador, el padre de la criatura cultural, en un mundo mercantilista donde importa más el precio de algo que su valor. Ni siquiera cubrirá gastos… Pero ese libro es fundamental para él, es la obra de media vida de profundas reflexiones.
            De nuevo levanta la vista con las mandíbulas apretadas, y ve venir por el camino a la Pintora, con su caballete y su caja de pinturas. Va hacia el acantilado para crear otra de sus deliciosas marinas, que los sábados y domingos vende a los turistas en la tiendecita instalada a la entrada de su casa.
            -Debería dejar la literatura y dedicarme a pintar – se dice el Escritor, saludando con la mano.
            -Hola. ¿Vas al acantilado? – y ella afirma con la cabeza – Me gustan tus marinas. ¿Me dejas que te acompañe para verte pintar…? Y después, si quieres, te invito a almorzar – y entra en la casa para preparar unos bocadillos de jamón con tomate y echarlos en la mochila con unas cervezas.
            -Mis marinas… - se lamenta la Pintora – Yo preferiría experimentar con otros materiales, hacer abstracto… Pero tengo que ganarme la vida.

                                                                       Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                              (500 palabras)


2 comentarios:

PacoM dijo...

Real y con toda la razón. Vivimos en un mundo egoísta que domina don dinero y sus secuaces, que entre ellos se ayudan impidiendo a otros promocionarse para evitar ser desbancados.

Miguel Ángel Pérez Oca dijo...

Eso es exactamente. Espero poder denunciarlo algún día.