Dibujo para la portada de mi novela "Giordano Bruno, el loco da las estrellas (1999)
El plan era perfecto. Varios
compañeros de la Agrupación Astronómica de Alicante íbamos a ir a Tabarca,
acompañando a una treintena de jóvenes del Centro14, para ver la lluvia de
estrellas fugaces de las Perseidas, que se da con mayor intensidad en la noche
del 11 al 12 de Agosto. Yo había convencido a algún compañero y compañeras
(Miguel Sarceda, Mercedes y Ana) de mi Tertulia Literaria para que también nos
acompañasen. Haríamos observaciones de la Luna, Saturno, Marte y cielo profundo
con nuestros telescopios, daríamos una charla informativa en el aula del CEMA
y, después de cenar un excelente pescado en un restaurante de la Plaza Mayor,
nos dedicaríamos el resto de la noche a ver perseidas, formular deseos secretos
y tener una excelente y amena conversación, para regresar el día siguiente a
casa.
Ese
era el plan, pero los designios de los hados son imprevisibles; y una ridícula
(nunca mejor dicho) indisposición de salud, me forzó a última hora a renunciar
al viaje en el que había puesto tantas ilusiones. Mis amigos me telefonearon
desde la embarcación que los llevaba de Sata Pola a Tabarca. Por lo que se oía de
fondo, reinaba el buen ambiente. Después, a la noche, salí a mi terraza con la
vana esperanza de ver alguna estrella fugaz. Pero estaba nublado; si bien al
sur, por la zona de Tabarca, el cielo estaba limpio y se veían las estrellas,
con la Luna creciente, Marte y Saturno reinando en lo alto. Así que supongo que
mis amigos gozarían del espectáculo cósmico.
Qué
le vamos a hacer, el cerebro propone y el cuerpo dispone.
Otra
vez será.
Esnifff…
Miguel Ángel Pérez Oca.
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