He estado 20 días ingresado en el Hospital de San Juan con una peligrosa infección de estreptococos. Por las madrugadas, desde mi habitación, podía ver un edificio gigantesco con 88 ventanas en sus tres plantas superiores, alguna de las cuales había permanecido encendida toda la noche. Otras iban encendiéndose a partir de las 6, o de las 7, y a las ocho, con el primer sol, ya tras todas ellas se podía ver a gentes vestidas de blanco que se movían, diligentes y precisas, cada una en su tarea. Eran los ángeles de la Navidad, en estas fechas; y el resto del año, los ángeles del Amor y de la Vida, los SANITARIOS. El leviatán se había despertado y en el hospital se realizaban, un día más, las tareas no por rutinarias, menos dramáticas. La tecnología punta es precisa, eficiente, poderosa, pero estaría muerta si careciese de alma, si no tuviera detrás a los médicos para establecer los diagnósticos y prescribir las terapias, a las enfermeras y enfermeros para llevar a cabo la lucha diaria contra el dolor, el espanto y la muerte, a los celadores, a las auxiliares, a la gente de la limpieza y la cocina, para mantener vivos y limpios a los que sufren. Ellos y ellas son el alma de la máquina gigante. Y ahora sé muy bien a quiénes aplaudía yo todas las tardes a las 8, al principio de la pandemia; y ahora también sé que cada vez que pase en mi coche por la autovía, frente a mi hospital o a cualquier otro hospital del mundo, una oleada de gratitud inmensa surgirá de mi corazón hacia esos ángeles que me han cuidado y me han salvado con la fuerza de un amor infinito, una vocación inquebrantable y la precisión impecable que da la profesionalidad. Ellos y ellas, en una maravillosa proporción que prima a las mujeres, son ángeles, verdaderos ángeles.
Y
si eso que un personaje de Almudena Grandes define como “especie de
pseudociencia, rastrera en sentido literal y limitadísima en el plano teórico,
que se llama Economía”, con sus caprichosas e impredecibles crisis, impone a
algún político austeridades y recortes de presupuesto, que lo haga con los
dineros para tanques y submarinos, incluso para obras públicas suntuarias, pero
no, de ninguna manera, con la Sanidad pública, como tampoco con la Educación,
porque ambas no admiten más modificación que el incremento, ya que son
intocables, son SAGRADAS. Y sí, es cierto que la Sanidad Pública la pagamos los
ciudadanos con nuestros impuestos, pero la excelsa generosidad de sus ángeles
va más allá, mucho más allá, de un sueldo. La abnegación, el ánimo, el trabajo
exacto e imprescindible, la generosidad, no tienen precio.
Lo cierto es
que yo no creía en los ángeles hasta que he sido y estoy siendo salvado por
ellos. Ellos y ellas son los que me han devuelto la fe en el Ser Humano.
¡Vaya!
Que a gusto me he quedado.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
5 comentarios:
Precioso artículo que define muy bien el trabajo de un sector necesario, el de la atención sanitaria, al que hay que agradecer enormemente la dedicación profesional y personal del personal que lo integra.
Hoy se habla de las amenazas que reciben médicos y sanitarios en general por el tema de la vacunación. Es intolerable el uso que se hace de los insultos por parte de los antivacunas para con el personal sanitario. Los intolerantes e incultos, fanáticos terraplanistas y pseudocientificos tratan de imponer su estupidez a golpe de amenaza e insulto. A ellos se apuntan ultraderechistas y pseudoliberales que solo pretenden perjudicar al poder. Lo hacen con estilos varios. Lo malo es que todos ellos son muy peligrosos.
Eusebio Pérez Oca
Celebro que ya estés bien, eso lo primero y luego quiero decirte que tu escrito es magnífico. La salud pública debe ser un derecho universal y estar a salvo de aquellos que creen que con todo hay que sacar beneficios. Esos son más peligrosos que cualquier virus, porque, como éstos, no tienen cerebro ni alma.
Pues lo he andado a la prensa local y no me lo han publicado. ¿Sera por lo de los submarinos y los taques? ¿O por la definición de Economía de Almudena Grandes? ¿Será que aún hay censura en nuestra prensa "del Movimiento"?
El Movimiento se transformó. No desapareció. La economía, la judicatura, el ejercito, la policía, LA PRENSA. El Movimiento fue precursor en eso del mal llamado liberalismo económico. No confundir con liberalismo sin adjetivos. No en vano el golpe de estado de Casado, Besteiro, etc. fue promovido y subvencionado por el reino "liberal" por excelencia. El Reino Unido. Desde entonces a hoy, poco ha cambiado. Tenemos una democracia vigilada. El capital no ha cambiado de mano. Sigue siendo de las mismas familias franquistas de siempre. El poder judicial es más que cuestionable. El ejercito "nos sorprende" periódicamente con foros de fascistas que desean fusilar a 26 millones de españoles, exgenerales que presiden foros filonazis...... ¿La policía? ya vemos los grupo negacionistas (no solo de la vacuna). El ejemplo del municipal que se permite amenazar e insultar a Ximo Puig y no pasa nada. El personaje de la patada y la sentencia sin pruebas contra un diputado de izquierdas. Aquí se junta policía, jueces y prensa. ¿Será verdad eso del Régimen de 78?. ¿La prensa? Inda, Marhuenda, Ferreras, Antena 3, etc.
Eusebio Pérez Oca
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