viernes, 30 de julio de 2021

MÁRTIRES DE LA LIBERTAD

 


MÁRTIRES DE LA LIBERTAD

            Debió causar sensación, o al menos levantaría la curiosidad de los alicantinos, cuando en enero de 1844, el coronel de Carabineros don Pantaleón Boné se presentó en Alacant con 150 infantes de su cuerpo, 50 jinetes y una compañía de Infantería de Saboya. Llevaban un importante alijo de contrabando capturado en Benidorm y, según dijeron, esperaban más capturas. El coronel se presentó a las autoridades y pidió alojamiento para sus hombres y almacén para las mercancías capturadas. También pidió que se procediera a recluir en los calabozos del Castillo de Santa Bárbara, arrestado por una falta de disciplina, un oficial de su unidad, el capitán Juan Martín “Empecinado”, sobrino del famoso guerrillero de la Guerra de la Independencia.

            Al día siguiente, varios oficiales de Boné pidieron subir al castillo para visitar al preso, pero todo fue una estratagema para, en complicidad con el teniente Ruiz, del provincial de Valencia, acceder a la fortaleza y tomarla en un incruento y audaz golpe de mano. Y así, el castillo quedó al mando del capitán “Empecinado” y el coronel Boné procedió a tomar la ciudad, capturando al Comandante General de la plaza, al Gobernador, al alcalde y varias autoridades más, cuando salían del teatro, y los mandó al castillo para que su ayudante “Empecinado” los mantuviera a recaudo. Alacant había sido tomado por los liberales con el apoyo de los demócratas locales, que al día siguiente celebraron una gran manifestación encabezada por Boné y conocidos liberales alicantinos, como Manuel Carreras, el teniente Ruiz y otros miembros de la Junta de Gobierno constituida para gobernar Alicante y animar al resto de las plazas españolas a levantarse contra el gobierno de González Bravo, que había traicionado la Constitución proclamando de nuevo al Ley de Ayuntamientos, que hurtaba al pueblo la facultad de elegir a su alcalde. Sin embargo, salvo Cartagena, ninguna otra ciudad secundó el movimiento.

            El 31 de enero, Boné al frente de mil hombres de a pie, cuarenta jinetes y dos cañones, partió hacia Alcoy, con la pretensión de que dicha plaza se uniera a la rebelión. Pero a la altura de Elda, las tropas del general Pardo, Comandante General de Murcia, le tendieron una celada, fingiendo que se unían a ellos, para después dispararles a bocajarro. Boné tuvo que replegarse a Alicante con grandes pérdidas y las fuerzas de Pardo capturaron a muchos de los suyos, incluidos 7 oficiales.

            El Capitán General de Valencia, Federico Roncali, se presentó en Mutxamel con sus tropas y la orden de sofocar la rebelión de inmediato. Amenazó con fusilar a los 7 oficiales capturados en Elda si Boné no se rendía. Boné, a su vez, amenazó con fusilar al Comandante General, al Gobernador y al Alcalde. Roncali mandó fusilar a los 7 oficiales junto al Panteón de los Guijarro, en Villafranquea, donde serían enterrados. Boné, por su parte, no cumplió su amenaza.

            Sin embargo, Boné cometió un cruel error.  Había sido capturado un paisano en cuyo poder se encontraron ciertas cartas cifradas que se interpretaron como mensajes a partidarios de Roncali en el interior de la ciudad, y acusado de espía, fue fusilado junto a la Puerta de la Reina.

            Por su parte, el “Empecinado”, estaba negociando en secreto con Roncali, por medio de los presos, y ofreció el castillo a cambio de que se le perdonase y se mantuviera su rango.

            Viendo Boné que su amigo lo había traicionado y que el castillo, que dominaba la ciudad con sus cañones, era de Roncali, intentó huir de Alicante a caballo, acompañado por seis hombres fieles, en la madrugada del 6 de marzo de 1844. Sería capturado en Sella y conducido preso a Alicante donde, por orden de Roncali, fue fusilado en compañía de 23 de sus hombres. En un dibujo aparecido en la prensa inglesa se ve a los condenados fusilados de manera indigna, de rodillas, sin el uniforme, maniatados y de espaldas, como traidores. 

            Sin embargo el pueblo alicantino los consideró mártires de la Libertad, y así los llamó. El paseo que hoy se llama Explanada de España fue bautizado como Paseo de los Mártires de la Libertad, hasta que los franquistas, a los que la palabra Libertad no les gustaba, le cambiaron el nombre en 1939. En realidad, se podría considerar que estos de Boné fueron los segundos mártires, pues los primeros serían los fusilados por Iriberri en 1828.

            Hoy el paseo del muelle de tierra, paralelo a la Explanada, ha sido denominado de nuevo Paseo de los Mártires de la Libertad.

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