lunes, 26 de julio de 2021

ESPARTERO.

 


            Don Baldomero Espartero fue un general famoso, entre otras cosas, por ciertos atributos de su caballo, que definían su carácter.  Era un militar liberal y democrático, nada parecido a los militares “africanistas” que  nos tuvieron bajo una dictadura de cuarenta años. Él solo fue Regente de doña Isabel II durante 3 años (1840 – 1843). Era un héroe de las guerras americanas y de la Guerra contra los Carlistas y levantó el sitio de Bilbao, lo que, seguramente precipitó el fin de la contienda. Pero tenía un carácter muy difícil y brusco, lo que le ganó muchas enemistades que, junto a las envidias que con tal profusión florecen en nuestro país, provocarían su caída y exilio. Su oponente político también era un general, Narváez, conocido como “El Espadón de Loja”, conservador y autoritario, que presumía de no tener enemigos “porque los había fusilado a todos”. Y con estos dos líderes, los liberales que habían vencido a los carlistas, últimos restos del absolutismo fernandino, ahora se disputaban el poder con una rivalidad infecunda.

            En Alicante, de donde Espartero era senador, los tres años de su regencia fueron muy productivos. Nada más tomar posesión de la Regencia, Espartero nombró Gobernador de nuestra Provincia a don Andrés Visedo, veterano luchador por la democracia en las luchas alicantinas de 1812 y 1823. Y en esta época surgen en nuestros alrededores explotaciones mineras, talleres de fundición y otras muchas industrias, que denotan el progreso de esta tierra de gente emprendedora. El puerto incrementa su tráfico mercantil de manera espectacular, y la ciudad refleja estos adelantos en sus edificios de nueva construcción.

            En 1841 se empieza a construir una nueva plaza del mercado, junto al puerto, donde ya estaba la antigua. Su arquitecto: don Emilio Jover.

            La pasión política y la rivalidad entre conservadores y progresistas se manifiesta en las elecciones municipales de diciembre de 1841, durante las cuales tienen lugar duros enfrentamientos en el colegio electoral sito en la parroquia de Santa María, donde es herido de consideración, por arma blanca, el diputado a Cortes don Luis María Proyet. Triunfaron los progresistas y los alborotadores fueron detenidos y castigados.

            Pero Espartero, y su caballo, se estaban pasando de la raya autoritaria. Cometió graves errores y excesos, entre ellos el bombardeo de Barcelona, del que decía que “a Barcelona hay que bombardearla por lo menos una vez cada 50 años”. Así que moderados y progresistas conspiraron para quitarse de encima al incómodo Regente, y los generales Narváez y Serrano se alzaron en mayo de 1843 en apoyo del programa de reconciliación nacional que promovía Joaquín María López. En Alicante se levantaron el brigadier Ricardo Shelly y el comandante general don Manuel Sala, y el gobernador Visedo tuvo que marcharse de la ciudad, amenazado de muerte.

            Espartero tuvo que huir de España el 30 de julio de 1843, y se exilió en Inglaterra.

            El gobierno de Joaquín María López, para evitar una nueva regencia, nombró a la Reina mayor de edad a los 13 años en lugar de a los 16, como marcaba la ley para estos casos. Y tras breves mandatos de López y Olózaga, se hizo cargo del Gobierno el conservador (ellos se llamaban a sí mismos “moderados”) Luís González Bravo, cuya primera decisión fue promulgar la vieja Ley de Ayuntamientos que le había costado la regencia a doña María Cristina. Los progresistas montaron en cólera, acusaron a los conservadores de violar la Constitución y llamaron a Espartero, que ni se molestó en contestarles.

            Se iba a armar una buena.

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