CARLISTAS E ISABELINOS.
La
nueva etapa histórica, con el predominio político de los liberales apoyando a
la niña Isabel II, y los carlistas lejos de esta ciudad de gente progresista, empieza,
sin embargo, con otra de las ya endémicas epidemias que han castigado desde
siempre a nuestra población marinera. Esta vez, el 22 de agosto de 1834, entra
el cólera morbo asiático y causa 603 muertos en una población de unos 20.000
habitantes.
Y
mientras se reponían de los estragos de la enfermedad, los alicantinos y
alicantinas estaban deseando alegrarse con el regreso de la Constitución,
aunque de momento se tenían que conformar con un Estatuto Real, a todas luces
insuficiente, que otorgó la Regente, doña María Cristina, “la que nos quiere
gobernar”.
El
11 de enero de 1836 se reinstauraba la Diputación Provincial, con los mismos
diputados que la formaban cuando la disolvió Fernando VII. En toda la nación
estaba surgiendo una agitación general del pueblo en demanda de la vuelta de la
“Pepa”. Por las calles se cantaba el Himno de Riego. Y sin más esperas, en
Alacant fue proclamada el 10 de agosto de 1836, de acuerdo con las autoridades
militares y con la ausencia del Gobernador, que había huido a Madrid. Así que al
final doña María Cristina tuvo que ceder al levantamiento general y proclamar
la Constitución, aunque de manera provisional mientras se elegían Cortes
Constituyentes encargadas de redactar una nueva, muy parecida a la original,
pero adecuada a los nuevos tiempos. Y en esos días, como colofón a este tiempo
fascinante de novedad y progreso, como un símbolo, entraba en nuestro puerto el
primer barco a vapor.
En
octubre llegó la noticia de que Espartero había roto el cerco carlista de
Bilbao. Aunque en varias ocasiones, partidas carlistas intentaron llegar a
Alicante, y fueron rechazadas. En marzo de 1837 el faccioso Forcadell tomó
Orihuela reclutando allí 900 voluntarios, pero fue expulsado de la Provincia
por nuestra Guardia Nacional.
El
18 de junio de 1937, la Reina juró la nueva Constitución que contenía ciertas
concesiones a los moderados, como el sufragio censitario, o sea que para votar
tenías que tener rentas y pagar impuestos. Se recibió por los alicantinos con
alegría, pero no con entusiasmo.
De
nuevo los carlistas, esta vez al mando de Tallada, entraron en la zona y se
concentraron en Onteniente, de donde los expulsaron las fuerzas isabelinas,
saliendo por Fuente la Higuera y marchando a sus bases del Maestrazgo
castellonense.
El
cabecilla Cabrera, en el Maestrazgo, había fusilado a 96 sargentos isabelinos,
y en respuesta a tamaña salvajada se formó en Alicante una junta de represalias
que acordó pasar por las armas a 19 sargentos carlistas, presos en la isla de
Tabarca, donde ya se habían integrado con la población, incluso dado lugar a
algún romance. Fueron fusilados, el 11 de noviembre de 1838.
Poco
tiempo después acabaría la Guerra Carlista, que aquí, en Alicante, se celebró
con festejos taurinos en la nueva plaza de toros, instalada donde ahora está el
Teatro Principal. Mientras, un crimen misterioso atemorizaba a los alicantinos:
a principios de 1840 era asesinado el juez de primera instancia don José
Cecilia Meca, de cuyos matadores y sus móviles nunca se supo nada. Se
sospechaba de una “mano negra” que nadie
se atrevía a identificar.
Parecía
que España iba a entrar en la normalidad, pero el gobierno de la Regente se
propuso aprobar una Ley de Ayuntamientos que violaba la Constitución,
concediendo al Jefe del Ejecutivo la facultad de nombrar alcaldes a dedo. La
protesta fue general, y el General Espartero, que había sido elegido Senador
por los alicantinos, encabezó el movimiento de rebeldía, forzando a la Regente
a renunciar a su cargo y marchar al exilio. Hoy sabemos que se valió de la
amenaza de hacer público su matrimonio secreto con un sargento de su Guardia.
Espartero fue nombrado nuevo Regente de la Soberana, que entonces contaba con
solo 10 años. Y en Alicante reinaba el optimismo pues, decían los alicantinos,
con Espartero estaban garantizadas la democracia y la Constitución. ¡Viva la
Pepa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario