martes, 30 de octubre de 2018

NATURALEZA CESANTE



En la Tertulia de ayer el tema era "El Cesante". Este fue mi trabajo:

NATURALEZA CESANTE  (LA LEYENDA).

            Cuando don Dios decidió construir un barrio residencial de planetas alrededor del Sol, nombró director de la Tierra al señor Naturaleza, que tenía fama de ser un excelente administrador. Y no se equivocó en la elección. El señor Naturaleza se afanaba todos los días en hacer de la Tierra la envidia de todos los otros mundos, e instaló en ella un vergel de aguas tibias, jardines verdes y acogedores, montañas nevadas y frescas e inmensas piscinas oceánicas. Y así, este planeta se llenó de seres felices.
            Pero pasaron las eras y don Dios se fue haciendo viejo, y un día decidió que no quería seguir complicándose la vida. Así que buscó un nuevo dueño para la Tierra. Y lo encontró en Homo Sapiens Fondo de Inversiones. Lo primero que hicieron los antiguos inquilinos, ahora inversores, fue inventar el dinero, supeditando la vida del planeta a las fluctuaciones del mercado. Pero, ¿qué era eso de las fluctuaciones del mercado? Desde luego, don Naturaleza no tenía ni idea de cómo unos papelitos y unas cifras en unas cuentas podían tener más valor que los bosques y sus frutos,  y que el trabajo y los desvelos de los antes felices inquilinos del mundo. Así que los nuevos propietarios nombraron a otro administrador, el economista míster Capitalismo, que impuso un sistema absurdo, acorde con el ficticio dinero, en el que quien mandaba no era el que fabricaba las cosas de valor con su trabajo, sino el propietario de las herramientas necesarias, que a cambio de su aportación dineraria se constituía en el dueño del trabajo ajeno. Más tarde llegó un personaje funesto, una especie de matrona absorbente y poderosísima llamada lady Tecnología. Se decía que si, en vez de míster Capitalismo, hubiera sido don Naturaleza quien la hubiera fecundado, el planeta Tierra habría seguido siendo el vergel del Sistema Solar, mejorado incluso por los nuevos ingenios. Pero, amancebada con míster Capitalismo, el fruto de su coyunda fue el consumo desaforado de tele-basura, informática come-cocos y otras nefandas aberraciones. Y los inversores Homo Sapiens cayeron víctimas de su propia avaricia.
            Hoy, el cesante señor Naturaleza se pasea por un desierto. Los bosques cayeron bajo las sierras mecánicas, los antiguos vergeles que medraban a su sombra son hoy día nuevos bosques, sí, pero de cemento, enjambres de rascacielos abandonados. Las piscinas oceánicas son enormes vertederos de basura infinita. La vida ha muerto, sofocada por el cambio climático que han provocado las combustiones incontroladas, con las que Homo Sapiens Fondo de Inversiones pretendía dominar la Tierra. El dinero volvió a ser papel inservible, como, en realidad, lo había sido siempre. Y los pocos supervivientes de la catástrofe acabaron recluyéndose bajo oxidadas cúpulas metálicas donde se entregaron a miserables vidas simuladas por la realidad virtual.
            Ya no queda casi nadie. La soledad ha acabado con las ganas de vivir de la mayoría de los antiguos felices inquilinos.
Mientras, don Naturaleza, triste y cesante, pasea su melancolía por la superficie del más sucio y muerto de los planetas suicidas.  

                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.
                                                                 (500 palabras)

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