LAMPEDUSA.
-Señor – dijo Comín, el secretario
-, unos hombres esperan en la puerta trasera.
-Muy
bien – le respondió don Midas -, hazlos pasar por las caballerizas, que nadie los
vea, y llévalos al sótano.
Cuatro
individuos de aspecto intelectual bajaron a las cuevas donde el hombre más rico
de Despertonia guardaba sus tesoros. Observaron, admirados, las obras de arte y
los objetos de oro y plata allí almacenados.
-Buenas
noches, amigos, han sido ustedes puntuales.
Los
cuatro hombres se quitaron el sombrero e iniciaron una reverencia.
-No,
por favor, nada de ceremonias… ¿Habéis
traído sacos?
Los
hombres asintieron en silencio.
-Bien,
podéis llevaros todo lo que queráis. Os marchareis después por la puerta del
jardín, que hemos descerrajado para simular un robo, y con este botín podréis
financiar vuestra revolución… A cambio, debéis respetar mis propiedades, y las obras
de reforma que decrete vuestro gobierno las confiaréis a mis empresas. ¿De
acuerdo?
Los
cuatro volvieron a asentir.
-Bueno.
Ahora quiero que veáis cómo han quedado el nuevo himno y la nueva bandera con
su escudo… - y se volvió hacia el secretario.
-¡Comín, di a
los artistas que pasen!
Un
violinista, una cantante y un sastre entraron por una puerta del fondo. Primero,
el músico empezó a tocar el himno tradicional de Despertonia.
-Pero
- objetó el jefe de los revolucionarios -, la canción queda igual…
-Esperad
que cante la soprano, veréis que en todas las viejas estrofas se ha sustituido
la palabra “Rey” por la palabra “Pueblo”… Y en la bandera que ha confeccionado
mi sastre se ha eliminado la corona real y se ha puesto una de laurel que ensalza
a los héroes… que seréis vosotros, amigos.
-Pero,
todos los símbolos nacionales permanecen… -exclamó otro revolucionario.
-Claro,
estimado compañero, porque el nacionalismo es una idea fuerte, capaz de unir al
pueblo… Hala, llenad vuestros sacos con lo que queráis y marchaos sin que os
vean.
Y
don Midas despidió a los artistas, se fue arriba con el secretario y dejó solos
a los revolucionarios.
-Os
deseo mucho éxito en vuestra revolución… ¡Viva la Libertad del Pueblo!
Después
se volvió a Comín.
-Págales
bien a los artistas y que firmen un juramento de silencio. Y mañana embalas
todo lo que no se hayan llevado esos infelices y lo depositas en los sótanos
del Banco Nacional, no vayan a venir a por más.
-Pero,
señor, si la revolución fracasa…
-Entonces
denunciaríamos a los conspiradores por robo con asalto y a los artistas por subversivos…
Pero si triunfa, las finanzas de este país estarán en mis manos. Me habré
librado del rey y la nobleza despilfarradora y yo seré el auténtico ministro de
Hacienda. En cuanto a la bandera y el himno, son casi los mismos; así que el
pueblo podrá seguir sintiéndose orgulloso de su amada patria; los
revolucionarios tendrán el poder político y la economía estará, más que nunca, bajo
control, que es lo importante. Como dijo Lampedusa: “A veces hay que cambiar
algunas cosas para que no cambie nada”.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
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