¿Qué les parecen a ustedes los alaridos descompuestos y absurdos de los locutores deportivos de radio y televisión? ¿Han escuchado alguna vez algo más estúpido? Recuerdo cuando los locutores deportivos (me resisto a calificar de periodistas a esos energúmenos) se limitaban a gritar con alegría los goles, pero sin hacer el ridículo. Entonces llegó la moda de volverse histérico cada vez que pasaba algo en un partido, creo que el invento vino de Sudamérica, donde son capaces de elevar a los altares a Maradona por mucho que se chute de todo. ¿Y los espavientos, los abrazos o las poses pseudomíticas de los jugadores cuando marcan un tanto? Son profesionales y su trabajo cotidiano debe consistir en marcar tantos. Esas euforias enloquecidas son como si un oficinista hiciera el pino o se revolcara por el suelo de su empresa cada vez que cuadrase una cuenta. Yo me pregunto a qué viente tanto grito de entusiasmo...¡Hemos ganado! gritan los hinchas cuando un mercenario extranjero, cuya ficha cuesta una escandalosa cantidad de millones, mete a patadas una bola en un marco cuadrado. Pues vaya prodigio. Y el infeliz que ha pagado una fotunita por la entrada al campo se siente feliz y realizado con esta pseudovictoria en tercera persona. Y uno, que sabe, como deberían saber todos, qué es lo importante, tiene que resignarse a que una tercera parte del tiempo del Telediario se invierta en contarnos las gracias de esos millonarios en calzoncillos que tienen el asombroso "talento" de meter la pelotita. Patético.
Me parece que antes el fútbol era un noble deporte donde unos muchachos esforzados y voluntariosos competían por dominar una pelota con los pies. y no se las daban de genios por ello. Eran verdaderos deportistas. Las cosas se mantenían en sus límites lógicos, pero ahora, como todas las demás cosas, el fútbol se ha convertido en un espectáculo de plástico donde unos millonarios llenos de caprichos, "estrellas" del rock, ganan millones a costa de un pueblo sumido en la crisis y la estupidez. Son los tiempos.
El mundo de ahora está loco, o peor todavía, tonto. Yo creía que estas cosas pasaban durante el franquismo porque así nos distraían para que no pensásemos en política, Pero ahora, en esta llamémosla Democracia consumista de hoy, las cosas van todavía a peor. No tenemos arreglo y así nos va como nos va.
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