El tema de la Tertulia de ayer era "Así, de pronto", que es lo que alcanzó a decir el nuevo tertuliano al que se le pidió un tema para la siguiente tertulia. Yo presenté este trabajo que espero os guste un poquito:
Así, de
pronto, todo es diferente. Ayer, Crispin Miller era un reputado ejecutivo. Fue
entonces cuando cometió aquella falta que cambiaría su vida. No se atrevió a
hacerse responsable del despido de tantos trabajadores desesperados y
seguramente agresivos. Tenía miedo de aparecer una madrugada flotando sobre el
Hudson. Aunque las directrices del Consejo de Administración estaban claras: Había
que reducir la plantilla en un 30 % para que la empresa incrementase un año más
sus espectaculares beneficios. Se negó, y con ello demostró que no servía para Jefe
de Personal. Respondió airado a su superior: “Usted no me quiere como
ejecutivo, sino como ejecutor”. Y esas palabras fueron la gota que colmó el
vaso. “Estás despedido” es la frase favorita del Gran Jefe. Así que recogió sus
cosas en una caja de cartón y se fue a la calle sin despedirse de nadie; entre
otras cosas porque nadie se había atrevido a expresar el más leve gesto de
solidaridad con él, y menos aún con los prescindibles trabajadores de la boyante
empresa. Hacerlo hubiera sido interpretado como cosa de radicales comunistas.
Y hoy, así, de
pronto, es un paria. Las hipotecas se comerán todas sus presuntas posesiones;
porque resulta que la vivienda lujosa en un barrio exclusivo, el barco, la
avioneta, los tres coches, no iban a ser de él, realmente, hasta dentro de
muchos años. Todo está hipotecado y es, en última instancia, propiedad de los
bancos.
Hoy intentará
encontrar trabajo, pero tendrá que ser muy modesto en sus pretensiones. Nada de
ejecutivo, por supuesto, que ya todos sus jefes potenciales habrán recibido un
informe en el que se dice que no solo no es apto para serlo, sino que su
actitud lo muestra como un peligroso izquierdista, enemigo de la libertad de
empresa. Así que, si encuentra algo, será un trabajo subalterno y mal pagado de
camarero, albañil, barrendero… un trabajo de esos que hasta ayer no merecían la
más mínima atención por su parte. Ahora recuerda que nunca ha mirado a los ojos
al portero que le recoge las llaves de su coche, que nunca ha dedicado una
palabra amable a su criada negra y que un barrendero siempre le ha parecido algo
así como una pieza de mobiliario urbano.
Cuando ayer se
enteró de lo sucedido, su mujer-florero le echó la bronca y se marchó a casa de
una amiga. “Eres imbécil y cobarde”, le recriminó desde la puerta, dispuesta a
pedir inmediatamente el divorcio. En cuanto a los dos niños, internos en un prestigioso
colegio, tendrá que ocuparse ella, porque a él no le va a quedar un dólar en su
cuenta corriente. Aunque, conociéndola, no duda en que muy pronto encontrará
quien cubra sus gastos. Y percibe la evidencia de que toda su vida ha sido una
mentira.
Buscará un cuartucho
en un barrio modesto, que le cueste lo justo, y se encontrará rodeado de los obreros
y las obreras a los que se ha negado a despedir. De todos modos, otro ejecutivo
lo hará; así que nadie le va a agradecer su sacrificio. “Soy imbécil”, se dice
cuando en un barucho cualquiera oye a uno de los futuros parados afirmar que en
las próximas elecciones va a votar a Trump, porque “tiene un par de cojones y
va a echar a los hispanos que nos quitan el trabajo”. Nadie le discute, ni
siquiera los hispanos ya asentados, que temen la competencia de sus
compatriotas.
Así, de
pronto, Crispin Miller se ha convertido en un alienígena, en un ser que sobra,
en un desgraciado homo sapiens consciente de la regresión evolutiva de su
especie. Se siente rodeado de simios, de seres abyectos que se revuelcan en su
propia indignidad y son capaces de reconocer como líder a un mamarracho, eso
sí, cargado de millones de dólares, fatuidad hortera y argumentos demagógicos y
facilones.
“Estás
despedido” es la frase preferida de su antiguo jefe… y de Trump. Y así, de
pronto, ha descubierto que también está despedido de su vida, de su mundo…
Mucha gente
silenciosa se tira del puente de Brooklyn por las noches. Aparecen de madrugada
flotando sobre el Hudson, camino el mar.
La barandilla
no es muy alta, así que… Adiós, así, de pronto. MAPérezOca.
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