Este poema de verso libre también está hecho para la Tertulia:
Perdido en el
desierto,
voy caminando sin
rumbo.
Estoy solo bajo el
sol abrasador,
solo y perdido,
desamparado.
Arrastro los pies
sobre un suelo ajeno y hostil,
y hace ya mucho
tiempo que he desechado toda esperanza.
Nadie encontrará jamás
mis huesos calcinados.
Nadie se apiadará de
mí y me indicará dónde hay un oasis
de húmedo verdor y sana
hospitalidad.
Lo sé muy bien.
Ni siquiera los
cuervos se ciernen sobre mi cabeza,
ni hay hienas
hambrientas detrás de mis pasos.
Camino y camino hasta
que me detengo ante un semáforo
y espero la luz verde
para seguir mi sendero perdido,
rodeado de gente
ciega y muda
que no me ve sino
como un obstáculo
en sus itinerarios
apresurados hacia lo cotidiano;
que no me habla sino
para decirme que me aparte.
Entre ellos me siento
cercado por un horizonte
de torva indiferencia,
rodeado de estériles anuncios
de neón
que no me dicen nada
y del tráfico
infernal de esta ciudad
donde los solitarios se
mueren de tristeza.
Y así me arrastro por
el desierto de mi vida
y no espero salir
nunca de este páramo,
porque el desierto
está en el mismo centro del centro de mi alma.
Porque lo llevo incorporado
como un accesorio inevitable
desde que nací en
esta sociedad
mezquina, zafia, insolidaria
e inmisericorde.
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