sábado, 7 de diciembre de 2013

JURAR BANDERA, LEER LA CONSTITUCIÓN.



Algunos compañeros de la Asociación de Veteranos de Ifni, a la que pertenezco de pleno derecho por haber cumplido mi servicio militar en aquella, no sé si colonia o provincia española de entonces, están empeñados en volver a alguna dependencia militar y jurar bandera de nuevo. Yo, por mi parte, no pienso hacerlo, y sospecho que estos amigos deben sufrir el Síndrome de Estocolmo, porque, yo al menos, quedé harto de desfilar a las órdenes de alguno de aquellos militarotes franquistas, para que ahora me humille de nuevo detrás de un señor de uniforme que, aunque ya no sea franquista ni déspota, no deja de ser un funcionario del Ministerio de Defensa, ni más ni menos español que pueda ser yo, y al que no debo ninguna clase de lealtad ni obediencia. ¿Por qué no juramos bandera desfilando ante funcionarios de Hacienda, digo yo? Así que me niego en redondo a repetir un acto que entonces realicé sin convicción alguna, pues yo movía los labios, pero no juré de corazón la bandera franquista, que no consideraba mía ni legítima, faltaría más. Porque aquel acto me humillaba por representar el acatamiento a una dictadura repugnante.
En su lugar, todos los años, en vísperas del Día de la Constitución, acudo a la Sede Universitaria de Alicante, donde leo en público algún artículo de nuestra Carta Magna, junto a las fuerzas vivas de esta ciudad. Y como es obvio que la Constitución, sancionada por el pueblo, tiene mayor rango que la bandera y representa la soberanía popular, que es en esencia la enjundia de la Patria democrática, estimo que con ello manifiesto mi amor y mi compromiso ciudadano con mi país. 
Digo que la Constitución tiene mayor rango que la bandera porque es esa Ley de Leyes la que define la enseña que ha de representar a mi nación ante el mundo, y no al contrario.
Así que considero que ir de nuevo a jurar bandera ante lo militares, además de un absurdo evocador de viejas sumisiones, sería una redundancia innecesaria.
Precisamente, el pasado día 5 me tocó leer el artículo 4 de nuestra Constitución, que en su apartado primero dice: 
La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
Así que, reitero, no pienso acudir a esa nostálgica ceremonia que me propone algún compañero. 
Con su pan se la coman.
Miguel Ángel Pérez Oca.

1 comentario:

eusebio Pérez Oca dijo...

El día que aprendamos que cualquier ciudadano, por humilde, pequeño, de cualquier sexo, color, credo, etc vale más que mil banderas, ese día habremos aprendido algo. Quizás que debían ser las banderas las que juraran lealtad a los ciudadanos. ¡Cuantas barbaridades habríamos evitado!. Siempre he pensado que la sumisión a los armados era sinónimo de sumisión cobarde. Lo hacemos, perdón, lo hacen por miedo. Las banderas representan a los "bandos", las "bandas". De ahí su nombre. ¿Como puedo jurar a una bandera si los que me mandar dar la vida etc, etc traicionan SIEMPRE sus juramentos?. Una bandera no es más que un montón de colores identificativos. Yo propongo jurar señales de tráfico. Ya lo dijo George Brassens: EN LA VIDA NO HAY MAYOR PECADO QUE EL DE NO SEGUIR AL ABANDERADO.

EUSEBIET.