AQUELLOS TIEMPOS DE LAS VIEJAS TERTULIAS.
¡Qué
tiempos aquellos de principios del siglo XXI! Todos los amigos y amigas
sentados alrededor de la gran mesa, con el vaso de vino y las “picaditas” bajo una
atmósfera, cargada y dulce, de palabras y pensamientos. Nos queríamos, nos
admirábamos, el mundo, alrededor nuestro, era el decorado real de nuestra vida.
Estábamos rodeados de otras personas que también hablaban y se miraban a los
ojos. Había quien decía tonterías en voz alta y hasta llegaba a molestarnos con
sus sandeces. Sin embargo, ahora, ya a finales de siglo, yo los perdonaría,
porque me hiere más el silencio de toda esta multitud que camina cabizbaja,
arrastrando los pies, con un pulgar inquieto aporreando incansable el teclado virtual
de sus teléfonos móviles. “Twittear” llaman a comunicarse sin conocerse
realmente, desde una soledad universal, en ese lenguaje de mierda que ha subvertido
a nuestro rico castellano de antaño, en el que nos entendíamos todos en las
viejas tertulias, donde nos contábamos historias fabulosas, donde aparecía la
isla de San Borondón, y la mujer barbuda, y unos zombis simpáticos, y
bailarinas, y hermosos cuadros al óleo de marinas hechas de palabras, donde Moby
Dick y el capitán Ahab se hacían amigos y un abedul nos daba sombra desde más
allá del tiempo… Pero las viejas tertulias se murieron devoradas por esos
sabelotodos informáticos de pantalla sensible, que a veces se rebelan y nos
vuelven locos con sus insensatas ofertas de servicios que nunca hemos pedido,
ni necesitamos, ni queremos. Todos, ¡todos!, a mi alrededor caminan sonámbulos tras
sus mezquinas pantallitas que pretenden abarcar un pseudo-universo de
algoritmos, de unos y ceros que inventó Turing, aquel que acabó suicidándose
con una manzana envenenada, como Blancanieves.
¡Aquellos
tiempos de las viejas tertulias…! Mi teléfono móvil suena insistente en mi
bolsillo. No pienso atenderle. Me ofrecerá noticias de moda o fútbol, juegos de
matar marcianitos, habitantes de una máquina que no morirán nunca porque nunca
han nacido. Unos y ceros, solo eso es lo que hay detrás de esa brillante
pantalla sensible y sus iconos y emoticonos infantiloides. “Suena, suena,
cabrón, que no pienso cogerte”, le digo al pequeño monstruo que llevo en el
bolsillo. Los que se cruzan en mi camino, levantan la vista de sus propios
monstruitos y me miran como se miraría a un
loco. “¿No lo oyes? ¿Es que no lo vas a coger?” parecen querer decirme,
como algo obvio, y yo levanto mi cabeza al cielo y veo nubes de formas caprichosas
y una Luna creciente que se difumina en ese azul que nunca sabrá reproducir la
dichosa pantallita.
La humanidad agoniza
a mi alrededor. Ha llegado la era de las pequeñas ventanas todopoderosas. La
realidad ya no reside en el tiempo y el espacio naturales, porque ahora se
muestra, exclusivamente, reinventada en unos pequeños rectángulos a los que
sirven, sumisos, los que antaño fueron Reyes de la Creación. Ya nadie, ahora,
sabe nada del mundo real. Todo es una ficción, un mundo virtual.
¡Ah,
los tiempos de las viejas tertulias!
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
3 comentarios:
Orwell era un bocachancla, la cagó tras su participación en la guerra contra el fascismo con sus declaraciones y sus escritos sobre España, lo hizo desde un país clasista, racista, en guerra constante sobre sus subyugadas y explotadas colonias y lo hizo infravalorando la desesperación de un pueblo pobre que lucha. Vamos, un mierda. Pero no es ese el tema. Huxley se acerca más a la realidad actual. No era el SOMA lo que llevaría a los epsilones a ser lo que somos, o mejor dicho, son. Yo no uso móvil. Vivimos en una sociedad de castas poco permeable. Eso si, con un móvil en la mano.....La droga que nos somete a los humanos no es química. Es física. El puto móvil que bien usado sería maravilloso. Cualquier humano desahuciado por la sociedad, con un móvil en la mano se cree dios. Lo vemos a diario. La manada de basura humana que violó a una mujer, grabó con el móvil su heroica acción y uno de ellos, guardia civil, robó el móvil a la mujer violada. Así la dejaba incomunicada. El móvil es el Santo Grial. Respecto a lo de las editoriales, ya sabes. Te financias la publicación, la publicidad te la haces tu mismo, incluso el reparto. Capitalismo puro y duro....por que si tienes éxito ya te firmaran un contrato a la baja, por supuesto, para mojar el churro a la salud de tu trabajo. Es como lo de los bancos. Antes existía el plazo fijo, ahora te implican en un sistema falso que se llama MERCADO DE VALORES. Si va bien, sacas algo, si no pierdes, pero de todas formas ellos cobran comisión. Un capitalismo sin riesgos, alfo así como la gestión de las cámaras de gas nazis. Todos creían que iban a ducharse.
Eusebiet.
Siempre he pensado que no existe Dios, pero ahora estoy empezando a dudar. Existe un dios que se llama Google. Sabe mejor que yo, todo lo que he hecho, lo que estoy haciendo y lo que voy a hacer, aunque tiene que andar con cuidado, pues tiene varios competidores, alguno oriental.
Lo que yo digo: "Yo antes era ateo, pero últimamente he perdido mi fe en el ateísmo".
Publicar un comentario