miércoles, 26 de junio de 2019

UN ESCRITOR CABREADO.


ESCRIBIR…
Escribir… ¿para qué?
¿Para que se sepa qué es lo que yo me invento?
¿Para que las palabras no se las lleve el viento?
¿Para que mi ego se mantenga en pié?
¿Para qué? ¿Eh? ¿Para qué?

Escribes con ingenio, esfuerzo, entrega,
y después, en lugar de descansar,
te sumes en la refriega
por tratar de publicar.

Que en este mundo asqueroso
tienes que “estar en el ajo”
si quieres que poderosos
te lleven por el atajo.

E invertir más tiempo y ganas,
entre estafas y macanas,
de gestores sin mesura,
que en crear literatura.

Pedir limosna a editores,
buscar patrocinador
y adular a los señores
como un paria sin pudor.

¡Yo no nací para eso!
Yo no quiero claudicar.
No pasaré por el aro,
ni me lo voy a callar.

Y aunque todos mis escritos
acaben en un cajón
y se me mueran marchitos,
no rendiré mi bastión.

Porque escribir es llorar
-ya lo sabía de antes-,
mas gemir por publicar
da vergüenza, es un desastre.

Y con esto me despido,
reniego de la edición.
Me basta con mis amigos,
las noches de Filandón.


                                                           Miguel Ángel Pérez Oca.

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