martes, 14 de mayo de 2019

¿TEMA?

El tema de la tertulia de ayer era "TEMA", así que yo seguí con el mismo tema:




EL MISMO TEMA.

            No puedo dejarlo. Siempre es el mismo tema, y no puedo escribir de otra cosa que no sea esa historia de la Mujer Barbuda, Ismael y sus encuentros con Moby-Dick, la aventura en Dodge City y todas aquellas peripecias absurdas a las que me siento encadenado. A veces me propongo dejar de escribir por una temporada, dedicarme a pintar, como antes, o sencillamente no hacer nada. Bajar al Raval Roig todas las mañanas, tempranito, y sentir el flujo del tiempo con la brisa en mis mejillas. No volver a escribir. Pero, es inútil, por mi cabeza rondan nuevos argumentos de la historia...
Un barco se acerca a la isla y Ahab e Ismael compran a su capitán un cargamento de dinamita submarina a cambio de varios sacos de coral. Después, con ayuda de los jovencitos y jovencitas de la isla, colocarán los explosivos en los lugares adecuados y se retirarán prudentemente, mientras el viejo lobo de mar enciende la mecha. Una enorme explosión sacudirá el atolón como si el viejo volcán hubiera cobrado vida y, cuando el humo se aleje con el viento, un reluciente canal entre las rocas se mostrará a sus ojos. La ballena blanca se acerca y parece husmear el camino de agua. El océano se le ofrece al otro lado, lleno de peces y millas de libertad líquida a su disposición. Y, sin embargo, duda. Gira su enorme lomo blanco y saca su cabezota fuera del agua,
            -¡Vete ya, Moby-Dick – le grita el capitán Ahab – y perdóname todo el mal que te hice!
            -Sí -insisto yo – vete de una vez, “pequeña”.
            Un enorme surtidor surge de su cabeza, a modo de despedida. El monstruo blanco dobla su corpachón hacia la abertura en las rocas, toma carrera hasta lograr una velocidad vertiginosa, y después da un titánico salto, volando sobre los arrecifes como una nube sólida, hasta alcanzar el blando océano y alejarse, resoplando orgulloso (u orgullosa; nunca sabremos su género).
            -Por allí resopla, mi capitán – le digo a Ahab.
            -Y se lleva consigo mis viejos y tormentosos rencores.
            Tarita, mi compañera, es decir la compañera de Ismael, se acerca para decirnos, con una sonrisa iluminada en su rostro:
            -Estoy embarazada.
            ¿Se puede ser más dichoso? No lo creo. Y todo conseguido ante un ordenador, hilvanando palabras que salen, más que de mi ingenio, de mis dedos, que escriben solos, al impulso de una historia que viene de quién sabe qué ocultos rincones de la razón.
            Por cierto, el capitán del buque americano les ha entregado un sobre para Ismael. Contiene un daguerrotipo en el que se ve a Patricia afeitada y vestida de vaquero, con una leyenda: JUANITA CALAMIDAD, y unas pocas palabras al dorso: “Ismael, me he encontrado a mí misma y soy completamente feliz. Gracias por haberme querido tanto cuando era la mujer barbuda.”
            ¿Veis como no puedo dejar el tema? Mañana me iré al mirador del Postiguet, muy tempranito, a ver salir el sol, mientras el tiempo y la brisa acarician mis mejillas.

                                                                       Miguel Ángel Pérez Oca.

                                                                               (500 palabras)

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