Aquel 15 de mayo, un viento de cambio en los paradigmas políticos partió de la Puerta del Sol, en Madrid, para recorrer España. Aquí, en Alicante, recaló en la Plaza de a Muntanyeta. La gente joven, que hacía tiempo se había desentendido de la política, o quizá de los partidos, lució su ingenio, y a veces su supina ignorancia, en sus pancartas y carteles. A mí en particular, la frase que más me enfadó, o indigno, o lamenté, fue aquella que decía "Ni derechas ni izquierdas, somos los de abajo contra los de arriba". ¡Como si los de abajo no hubieran sido siempre las izquierdas y los de arriba las derechas! Entonces pensé: Esta gente está inventando el huevo frito. Si están en contra de los gobiernos de derechas, lo mejor que podían haber hecho hubiera sido votar a Izquierda Unida. O en vez de mostrarse en contra de todos los políticos, calificándolos de "Casta", deberían haber formado un nuevo partido que defendiera sus opciones. Pero, ca, eso quizá era demasiado laborioso y complicado para ellos, sospeché. Para colmo, el líder de Izquierda Unida, que entonces era el cazador de conejos y perdices Cayo Lara, demostrando grandes dosis de estulticia política, adoptó como lema que PSOE y PP eran una misma cosa: "PPSOE". Qué listo. En fin, que entre unos y otros consiguieron que mucha gente de izquierdas, potenciado su desengaño, se quedara en casa el día de las elecciones y que, por defecto, ganara la derechona de toda la vida, con Don Tancredo Rajoy a la cabeza.
Después de muchas vicisitudes, los jovencitos del 25 de mayo se animaron a formar un partido y crearon Podemos. La derecha inventó su contrafigura en Ciudadanos, y el bipartidismo cayó herido de muerte. Vale, pero ¿qué habíamos ganado con esto? Un PSOE derechizado y acomodaticio, en busca del centro, se cargó a su secretario general, Pedro Sánchez, al que no consintió que buscara apoyos en Podemos y los nacionalistas catalanes. Pero el tal Pedro, hombre astuto y afortunado, supo recurrir a la militancia, que le devolvió el liderazgo. Por otro lado, Podemos y su líder Pablo Iglesias, volaban tras el sueño del sorpasso, que les impedía cerrar tratos con el PSOE, que para ellos era "casta". El país se volvió ingobernable, tras el nuevo triunfo de don Tancredo. Y en eso, los estúpidos nacionalistas catalanes se metían en un túnel sin salida, para, seguramente, tapar los latrocinios de la familia Pujol, en un tonto juego donde menos de la mitad de los catalanes, con mayoría en su cámara por culpa de la Ley Electoral, proclamaba la independencia y recibía la brutal y torpe represión de la policía de Rajoy, con fugas al extranjero de Puigdemont y regencia de un tal Torra, furibundo catalanista de boquilla.
En eso estábamos cuando Pedro Sánchez, el astuto, convocó una moción de censura para la que no hacía falta negociar nada con los partidos que no soportaban a don Tancredo, la corrupción de su partido y su "dolce far niente". Se cargó a Rajoy y accedió al gobierno minoritario, apoyado, de momento, por Podemos y los nacionalistas, que pronto pretenderían que el nuevo gobierno les diera la independencia.Tras unos meses de penurias y tiras y aflojas, Pedro, ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos, ha tenido que convocar Elecciones Generales para dentro de un mes. Y en eso estamos.
El otro día, el PP, Ciudadanos y la nueva extrema derecha de Vox, convocaron una manifestación monstruo en la Plaza de Colón, que obtuvo un éxito solo relativo, pero que dejó muy claras las aspiraciones franquistas, neofranquistas y no-me-acuerdo-franquistas, de estos señoritos.
La Izquierda debería unirse en un nuevo Frente Popular, contra el franquismo que amenaza con volver, pero la izquierda de los jovenzuelos del 15-M todavía están inventado el huevo frito, y los adocenados barones del PSOE aguardan con la daga preparada para darle la puñalada a Pedro. Él está capeando magistralmente el temporal, sabiendo que es la única opción frente al fascismo autóctono, pero en Madrid, por ejemplo, ya hay cuatro candidaturas de izquierda, peleándose por personalismos idiotas.
Así que, o nos espabilamos o nos comen los fachas. Mi opinión particular es que, a la hora de votar, mandemos a los del huevo frito a hacer puñetas y votemos al astuto Pedro que, aunque no nos guste del todo, es la única opción útil. Que ya está bien de tonterías.
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