El tema de la tertulia de ayer era "Quema de libros" y yo presenté este trabajo, inspirado por un capítulo del Quijote, que aquí os presento: Espero que os guste.
DEL DONOSO Y GRANDE ESCRUTINIO QUE EL CURA Y EL ALCALDE HICIERON EN LA
LIBRERÍA DE DON QUIJOTE.
En un lugar
del espacio-tiempo de cuyo nombre no quiero acordarme, las máximas autoridades
de Argamasilla de Alba, después de interrogar a don Alonso Quijano sobre sus
disparatadas salidas como caballero andante, convinieron en que la imprudente
lectura de determinados libros podía haber sido la causa primera de sus desvaríos,
y decidieron hacer un escrutinio de los mismos, aprovechando que nuestro
hidalgo dormía maltrecho.
Y el primer
libro que cayó en manos del Alcalde, que no era otro que maese Nicolás, antiguo
barbero venido a mayores, fue el llamado “Revolutionibus Orbium Caelestium” del
polaco Nicolás Copérnico.
-¡Vade retro,
Satanás! – exclamó el cura – que esta es una obra herética y enloquecida que
defiende la absurda idea de que nuestro mundo da vueltas como una peonza
alrededor del Sol. Además de que es el primero de otros títulos, como los
“Principia” del inglés Isaac Newton, “El Origen de las Especies”, de mister Carlos
Darwin, y otros disolventes libros que contribuyen a socavar nuestra fe,
atribuyendo a la ciega Naturaleza lo que indudablemente no puede ser más que
obra de Dios.
-Pues vayan
todos a la hoguera – dijo el alcalde, echándolos por la ventana al patio, donde
la sobrina ya avivaba un fuego que con leña seca había encendido.
-¡Cáspita! ¿Y
estos? – se sobresaltó el cura al leer los lomos – “El Capital” del judío
alemán Carlos Marx, y “El Manifiesto Comunista”, escrito por el anterior en
colaboración con otro teorizante llamado Engels, en los que se predica la
revolución de los obreros, que sin duda destruiría el entramado social de
nuestra monarquía, propiciando la desobediencia, el crimen y el desorden…
-¡A la hoguera
con ellos! – aulló el alcalde, dándole más combustible al fuego que ardía en el
patio.
-¿Y estos de
aquí? – comentó el mosén -, que son de filosofía y religiones extrañas… Fijaos:
“Discurso del Método”, del francés Descartes, que se atreve a afirmar que
“Pienso, luego existo” es la única certeza indiscutible, despreciando el
testimonio de nuestra fe. O este: “Fundamentos de Filosofía” de Beltrán
Russell, que nos dice que el ser humano no es otra cosa que un conjunto
accidental de átomos. O este otro: “El Camino del Zen” de Alán Watts que,
siguiendo a los budistas y taoístas chinos, sostiene que el ego no existe. ¡Todos
predican la disolución y el ateísmo!
Y el alcalde
adoptó un aire solemne para concluir:
-Habremos de
quemar toda la librería de este pobre desgraciado…
En eso
despertó don Quijote y púsose a dar grandes voces, llamando a su escudero.
-Ay, Sancho
amigo, qué terrible pesadilla he tenido. Dos poderosos inquisidores destruían
cuanto de cultura alberga mi biblioteca, de forma que España quedaba retrasada
respecto a toda Europa, y en lugar de saludables repúblicas ilustradas nos
atenazaban durante siglos férreas dictaduras gobernadas por analfabetos.
-Ah, no padezca
vuestra merced - respondiole Sancho –, que los sacerdotes velarán por nuestra
salud espiritual con misas y rezos al Altísimo.
Y el ingenioso
hidalgo concluyó sus razones con estas palabras:
-Con la
Iglesia hemos dado, Sancho.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(500 palabras sin el título y la firma)
No hay comentarios:
Publicar un comentario