El tema de la Tertulia de ayer era "El Circo" y yo aporté el trabajo que os pongo aquí. Espero que no os deprima demasiado.
UN CIRCO CON DEMASIADOS PAYASOS.
El
viejo político se sienta en la última fila del hemiciclo, casi oculto por una
de las columnas que sostienen la galería de invitados. Es uno de los diputados más
veteranos. Su mirada escéptica delata su condición de testigo de la decadencia de
un sistema que reclama una urgente renovación, impedida a duras penas por los
adocenados líderes, que no consienten la más mínima alteración de un Status Quo
que les favorece. Desde allá arriba ha sido testigo de los más tremendos
conflictos y las más soporíferas rutinas. Y ahora, hastiado y convencido de una
triste realidad, contempla los debates con la más completa, rotunda y burlona desconfianza.
Una
señora catalana, desde la tribuna, reclama la independencia retorciendo el
lenguaje con absoluta impavidez. Acude a legitimidades que, según ella, están por
encima de la ley. Habla en nombre de la totalidad de un pueblo del que solo cuenta
con el voto de su tercera parte.
Interviene
después un flamante y fotogénico secretario general de la vieja izquierda
moderada, con pretensiones de representar a la única y genuina izquierda. Sus
opiniones están fabricadas ex profeso para la situación, repletas de lugares comunes y contradicciones, destinadas
más a los medios de difusión que a los diputados.
Más
tarde sube al estrado una jovencísima representante del partido de la nueva
izquierda. Se le nota demasiado que defiende determinados argumentos con la sola
intención de desacreditar a sus hermanos y competidores de la izquierda de
siempre. En lo que respecta a Catalunya, intenta nadar y guardar la ropa, para
no perder votos por un lado ni por otro.
Después
ocupa la tribuna el novedoso portavoz de una nueva derecha tan antigua como el
mundo, campeón de una dialéctica que se esfuerza por ser convincente y renovadora,
pero que el viejo político está ya cansado de escuchar en boca de todos sus
predecesores liberales.
Les replica a
todos el taimado Jefe del Gobierno, con su cachaza característica y su
tendencia a mirar para otro lado y esperar a que los asuntos se resuelvan
solos. Utiliza un lenguaje para gente simple, unos argumentos pueriles adobados
con menciones a la Democracia y a la
Libertad, palabras que, según el viejo político, están ya totalmente
amortizadas, desgastadas en las bocas de tantos manipuladores.
Y
murmura para sí: “Nadie habla con sinceridad. Este circo ya tiene demasiados payasos”.
Y
recuerda una anécdota de Estanislao Figueras, presidente de la I República, que
acosado por la enésima guerra carlista, la rebelión de los cantonalistas y la
mezquindad de quienes obedecían a intereses inconfesables, se dirigió a sus
ministros con una frase contundente: “Señores, estoy hasta los cojones de todos
nosotros”; después salió del Congreso, tomó una calesa, se dirigió a la
Estación de Atocha y, sin tomarse la molestia de dimitir, compró un billete
para Francia y se marchó de España sin despedirse.
El
viejo político, con gesto de resignado hastío, se levanta de su escaño y
abandona el hemiciclo para siempre.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500
palabras)
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