El tema de la tertulia de ayer era "Remilgos" y yo presenté este trabajo que espero os guste:
LOS REMILGOS DEL DICTADOR.
Xe
Kin Fum Fáh, hijo y nieto de dictadores, era un tirano lleno de remilgos,
aprensivo, limpísimo, obsesionado con el orden y la higiene, gordito y con cara
de niño feliz, siempre sonriente. Estaba empeñado en convertir su país,
Churretonia del Norte, en una “tacita de plata”. De momento ya le había
cambiado el nombre por el de Resplandoria Boreal, y había introducido en el
Código Penal varios nuevos delitos castigados con la pena máxima, todos
relacionados con la suciedad, como hacer pelotillas de mocos con los dedos,
babear por las comisuras, lucir legañas, escupir en el suelo, rascarse el culo,
llevar las uñas negras, tanto las de las manos como las de los pies, y echar la
basura fuera de los contenedores de reciclaje, vicios todos ellos proverbiales
entre la población de Churretonia – perdón, Resplandoria -, que ya había
sufrido varios cientos de sentencias de muerte por inmersión en legía
enriquecida. Se concedían créditos para la instalación de bidets y se
promocionaba entre los campesinos la práctica del pediluvio, después de la
jornada. Se había declarado la guerra a los insectos, en especial las moscas,
las pulgas y los piojos, y las universidades del Estado estaban dedicadas a obtener
detergentes e insecticidas más eficientes, así como a la fabricación de bombas
de hidrógeno y misiles intercontinentales con los que el muy limpio dictador remilgoso
pensaba aniquilar a todos los países calificados como sucios por el Comité Nacional
de la Higiene Mundial, fundado por él en el XII aniversario de su subida al
poder después de haber matado “involuntariamente” a su padre, el dictador Xe
Kin Fret Tinc, con una lavativa de zotal caliente. Su objetivo principal eran
los Estados Reunidos de Yankilandia, principal obstáculo para alcanzar el
liderazgo mundial que ambicionaba e implantar en todo el planeta sus ideales
higiénicos. El presidente estadorreunidense Yellowhead Dumb tenía más bombas y
misiles que él, pero aún no se había decidido quién tenía más huevos.
Aquella
mañanita de tonos rosados, después de la ducha y demás abluciones,
desinfecciones y perfumaciones, y mientras tomaba el desayuno, consistente en
una taza de café con leche de vaca recién duchada y un huevo duro puesto por
una gallina blanca tratada con Fortasec, el dictador recibió a su secretario
particular Ki Lo Sáh, que le traía la lista habitual de condenados a muerte,
dentro de una lujosa y reluciente carpeta de cuero. Y cuando Xe abrió la
carpeta con la lista de los 88 sentenciados del día, descubrió - ¡Oh, horror! -,
un pelo sobre el inmaculado papel; pero no un pelo corriente, no, era un pelo rizado, probablemente de vello
púbico. Enseguida sacó sus conclusiones: el repugnante secretario se rascaba
las cascarrias mientras confeccionaba la lista, el muy guarro.
-Pues
que sean 89 - le dijo al subordinado con mirada aviesa, mientras sonreía.
Y
ante el gesto de horror de Ki Lo Sáh, el dictador Xe Kin Fum Fáh, añadió a mano
el nombre del traidor que había despertado sus remilgos.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(500 palabras sin
contar la firma)
2 comentarios:
Bueno y gracioso. Solo ha faltado el ministro de sanidad Li-Shiao.
Un abrazo.
Paco
Y un bufón de la corte Rha-Joy.
Eusebiet.
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