Para ayer se habían propuesto dos temas, por parte de nuevas contertulianas que, por cierto, ayer no acudieron a la reunión. Son esas que figuran entre comillas en el título. Lo de "Mamá... etc." no me gustó nada, por demasiado condicionador. Y yo, entre no escribir nada o mandar este trabajo que acompaño, preferí hacer lo segundo. A lo mejor es que soy un intransigente, un Ordenancio Cuadricúlez, como el del texto.
Ahí va:
Ahí va:
Ordenancio
Cuadricúlez se tomaba muy en serio los trabajos quincenales que hacía, con sumo
cuidado y pretendida creatividad, para la Tertulia del Pimentón, que celebraba
sus sesiones un lunes de cada dos en el Hotel Faba Periféricum. A estas alturas
de su ordenada vida de aficionado al sublime cultivo de la literatura, no
hubiera sabido vivir sin esas periódicas reuniones, en las que había encontrado
un refugio de libertad e independencia que le compensaba con creces de las rutinas
y sinsabores del resto de su mediocre existencia.
Le encantaba
escuchar la lectura de todos los trabajos por parte del lector oficial, un
médico traumatólogo de profunda y sonora voz. El juego, moderado por el astuto presidente,
consistía en acertar, entre todos, el autor de cada escrito. Después se competía
por las adivinanzas, en las que se iban dando datos de algún escritor, hasta
que el más espabilado o erudito lo desvelase. Se comentaban cuentos y libros, y
se cenaba opíparamente, incluso, en ocasiones, manjares exóticos, como aquella
vez que se sirvió canguro estofado. Y al final de cada sesión se fijaba el tema
para escribir en la sucesiva.
El caso es que
en aquella ocasión, dos nuevas participantes habían acudido al hotel con ánimo
de formar parte de la tertulia. Y siguiendo una tradición inveterada, se les
animó a que fueran ellas las que propusieran el tema siguiente. Una de las dos,
muy prudente y comedida, propuso la palabra “Independencia”, que
Ordenancio agradeció por ser un sustantivo que da muchas posibilidades a la
creación. La otra, con gesto travieso y no sabemos si con ánimo
malintencionado, propuso esta frase: “Mamá, qué piernas más bonitas tienes”.
Y a nuestro amigo casi le da un soponcio.
-Pero, vamos a
ver - se decía -, con un tema así las posibilidades de escritura creativa se
quedan en nada.
El texto tendría
que ser, necesariamente, de humor. Y, la verdad, a Cuadricúlez no le apetecía nada escribir una historia
graciosilla; además de que no le daba la gana escribir con unas condicionantes
tan específicas y concretas. Tenía que haber en la historia, necesariamente, alguien
cuya progenitora tuviese unas bellas extremidades inferiores. Pues, vaya con el
tema. Así que se propuso no escribir nada esta vez, lo cual sería una novedad,
puesto que este tertuliano, fiel a su temperamento, nunca había eludido ese
deber de participante cumplidor y constante.
Y más aún, se
le ocurrió que en la próxima reunión sería él quien propondría el tema para la
siguiente, que podría ser algo así como: “Papá, que bien te peinas el bigote con raya
en medio y te cortas las patillas a la altura del lóbulo de la oreja; pues tu
rostro, típico de un cráneo dolicocéfalo, requiere de estos ornatos
horizontales que disimulen su excesiva verticalidad, consiguiendo de esta forma
una agradable estética facial.”
Además,
propondría que el trabajo en cuestión fuese un “cincuento”, o sea un escrito de
50 palabras justas.
Miguel Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
(Se
recomienda contar las palabras del tema que propone el tertuliano Cuadricúlez)
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