Pobre Pedro Sánchez, triste sino el suyo. Si el sorpasso se confirma, solo podrá hacer dos cosas con su rival Pablo Iglesias: O lo convierte en Jefe del Gobierno o lo hace Jefe de la Oposición. Es decir: o se va con el PP y se suicida con todo el PSOE, o se va con Podemos y sucumbe al abrazo del oso izquierdoso. Y con el marrón que le espera al que mande después del 26 de junio, a lo mejor le hace un favor al podemita dejándolo cuatro años en la gloriosa y fortaleciente oposición parlamentaria, tan lucida y mediática ella; y dentro de 4 añitos lo tenemos con la mayoría absoluta sobre los ataúdes de los difuntos viejos partidos de la Transición. ¿Qué tal un nuevo bipartidismo con Ciudadanos y Podemos? Pues se ve venir.
Pedro pudo haber sido Jefe del Gobierno en diciembre, pero ya conocemos, o sospechamos, el viejo compromiso del PSOE de Felipe y sus muchachos, cuando Willy Brand les dijo, a cambio de su sustancioso apoyo: "Nunca gobernaréis con los comunistas". Felipe, en el colmo de la cara dura, y después de desplazar a los verdaderos socialistas en Suresnes, dijo aquella majadería de "Hay que ser socialistas antes que marxistas" y gobernó, cultivó bonsais y acabó hecho un burguesazo en un buen Consejo de Administración. Y si había que gobernar, para eso estaban los vascos y los catalanes de derechas, que aún no querían ser independientes, porque el PP todavía no les había tocado los bemoles lo suficiente.
Pobre Pedro Sánchez, qué triste sino el suyo. Ahora, para quedar bien y que nunca le llamen traidor, tendría que decir a su electorado a quién piensa apoyar el 27 de junio; pero eso sería suicidarse con dos cuerdas en lugar de con una sola. Así que acabará en la calle, defenestrado por sus colegas del PSOE neoliberal, haga lo que haga, y encima será el hazmerreir de la Historia. Con la planta de buen chico que tiene. Pobre.
Y lo siento por su rubia y sofisticada esposa, en cuya sonrisa de oreja a oreja se adivinan las ganas locas de mudarse a la Moncloa y poder hablar de tú a la Reina Letizia.
Pues va a ser que no.
Que cuando uno antepone la ambición personal a una ideología firme y consecuente, puede pasar cualquier cosa.
Lo siento, majo.
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