martes, 27 de enero de 2015

DOS POEMAS.



Uno propio y otro ajeno. El primero, mío, para celebrar mi trabajo número 100 en a Tertulia; el segundo, de Mercedes Manso, con motivo de mi 71 cumpleaños. Ambas celebraciones coinciden en el tiempo y en el espacio, el dia 26 de enero y en el Hotel Abba Centrum de Alicante. Fue una velada inolvidable, que agradezco a mi compañeros de tertulia.

CIEN VECES

Cien veces fui a escribir, cien veces
procuré desahogar mis emociones
de modesto escritor que os agradece
se le escuche en sus temores e ilusiones.

La tertulia fue el refugio de mis lunes
ante cenas opíparas y vinos,
compañeros poetas y escritores
que animaron a mi pluma en su destino.

Mujeres y hombres, jóvenes y ancianos,
entrañables entusiastas, realistas,
humoristas filosóficos y humanos,
sanitarios y docentes, pensionistas.

Tras de cada escrito, leído con denuedo
por la voz profunda de este vate
se escondía un corazón, un secreto desconsuelo,
una pasión o un cómico dislate.

Y así, la vida me ha premiado en estas noches
en las que lo mejor no es tanto el escribir
como admirar el ingenio del que escribe;
y admirando y escuchando, aprender así a vivir.

Cuatro años en hacer cien trabajos tertulianos
es labor de aguerridos escritores;
cien trabajos que salieron de mis manos
disipando penurias y furores.

Secular, pues, me siento en esta noche,
de redonda cifra digital.
Y proclamo que os quiero hasta el derroche
y os propongo la velada celebrar.

¡Cien trabajos! ¡cien inventos literarios!
¡Cien festejos de jolgorio intelectual!
Brindemos, pues, por este centenario
con buen vino en sus copas de cristal.

Chin, chin…

                                                            Miguel Ángel Pérez Oca.


NUESTRO MIGUEL ÁNGEL

Tres cuartos de Quijote y uno de Sancho Panza,
con la vista en el cielo y los pies en la tierra,
humanista irredento de esos que no se achantan,
artista y optimista, loco de las estrellas.

Con la memoria histórica intacta y en su sitio,
haces que no olvidemos la tragedia olvidada;
la historia de Copérnico nos regala tu libro
y aquello que divisas allende tu ventana.

La Cruz de Caravaca revive en tu novela,
con el padre Pinzón fuiste a surcar los mares,
el suicida feliz te sonríe con deleite
y de su biografía te hizo encargo Alicante.

Ilustrador de lunas, de soles y galaxias,
pintor de brocha fina, versátil dibujante,
inquieto y solidario, con tus letras en ristre,
tertuliano entusiasta y escritor incansable.

Dices que cumples años, que son setenta y uno.
Muchas felicidades y plácemes, amigo,
no te adulo si te digo: son setenta y un soles.
Miguel, no tiene precio haberte conocido.

                    Mercedes Manso de la Rosa, 26/1/15.


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