El tema para para escribir en la pasada reunión de la Tertulia Literaria de la Bodega Adolfo era "Retrato", y yo, rompiendo mi acostumbrada disciplina en cuanto a la extensión del relato, me he permitido presentar éste, que ya tiene algunos años y que dediqué en su día a mi amigo, el pintor abstracto Fermín Navarro. Va de Arte y de la relatividad de sus expresiones. Espero que os guste y que perdonéis la excesiva extensión.
RETRATO
DE MI PRIMA
“Prescindir
de la realidad es un empeño inútil. Por mucho que nos esforcemos
en construir mundos alternativos, no podremos soslayar nuestro único
y propio Universo como punto de referencia. La más depurada lógica
nos dice que cualquier cosa es definible por sus opuestos; todo es
“A” o “NO A”. Así, el más feroz arte abstracto lo es,
precisamente, por “no ser figurativo”; es decir: sabemos que es
abstracto porque no representa ni se parece a la realidad conocida.
Pero, ¿cómo sabemos que esas manchas sin sentido con que nos
obsequia el artista no son un paisaje cotidiano de otro planeta...?”
El que así
habla es el profesor Llofriu, poeta, filósofo y crítico de arte,
quien recorre las amplias salas del Museo Guggenheim, acompañado de
un nutrido grupo de alumnos, que toman notas en sus libretas. Han
venido de Barcelona con el exclusivo propósito de admirar una
muestra antológica de la obra de Protasio Kamulak, el famoso pintor
abstracto centroeuropeo.
“Como
veis, en esta sala se pueden admirar cuarenta y dos cuadros de muy
distintos estilos, pero todos ellos con un mismo titulo: “Retrato
de mi prima Adelaida”. Adelaida Kamulak fue el primero, único y
obsesivo amor del artista. A lo largo de su vida hizo unos mil
doscientos retratos de esa joven, muerta a los 22 años. Los treinta
primeros, desnudos hiperrealistas y marcadamente eróticos, fueron
realizados en vida de la modelo. Después vino la “Epoca Lánguida”,
en la que la figura de Adelaida, ya enferma, se estiliza, y los
colores adquieren un melancólico aire otoñal. A la muerte de la
amada, Kamulak se sumerge en el surrealismo más demencial; en su
locura, el pintor intenta resucitar a Adelaida en sueños, o
visitarla en el Más Allá. A partir de entonces, la carrera de
Kamulak será una incansable fuga hacia adelante. Toca muchos temas
diferentes, pero el espectro de Adelaida vuelve siempre, de forma
recurrente, a ocupar el lienzo. El artista, sumido en una febril
actividad creadora, no puede dejar de representar a su amada a la vez
que busca nuevos estilos con que desfigurar su dolorosa presencia. En
su huida de la figuración, pasa como un genio arrollador por el
surrealismo, el cubismo, la abstracción... Pero en todas estas
tendencias deja obras en las que, de manera obsesiva, está la
presencia de Adelaida Kamulak. La podemos adivinar incluso en los
cuadros abstractos, escondida entre las luces y las sombras; sus
mejillas sonrosadas, sus ojos azules, están ahí, aunque ya no sean
mejillas ni ojos...Es como si Adelaida, además de descomponerse en
su tumba, fuera descomponiéndose en los pinceles de su primo, sin
llegar nunca a desaparecer. Un día, Kamulak se rinde y está dos
años sin pintar, recluido en un manicomio. Cuando los médicos le
dan de alta y se decide a tomar de nuevo los pinceles, ha ocurrido un
milagro. Recuperada la serenidad, nuestro pintor alcanza la madurez
artística que lo ha llevado a la fama y se sumerge por completo en
el abstracto más hermoso e irreal que jamás se ha visto. A partir
de entonces ningún cuadro llevará ya el título de “Retrato de mi
prima”. Kamulak se ha librado del fantasma y vuela libre por los
cielos del arte.”
Llofriu
hace un amplio ademán, abarcando los diferentes retratos de Adelaida
que llenan la sala. Después encabeza la comitiva hacia otra estancia
contigua, más pequeña, que solo contiene un único e inmenso
cuadro. ¿Cómo describirlo? Ninguna masa, ningún espacio está
definido sobre la tela, ninguna luz insinuada incide desde ningún
ángulo. Y, sin embargo, una hermosísima presencia escapa del
lienzo, sorprendiendo al espectador. Abstracción pura, solo color
constituyendo una realidad indescriptible. Belleza representándose a
sí misma en un objeto, el cuadro, que es todo su propio Universo. El
asombro se pinta en el rostro de los alumnos, la complacencia en el
del profesor. Ningún artista ha llegado tan lejos. En su huida
atormentada del doloroso mundo cotidiano, ha encontrado el secreto de
lo no-real, donde no hay muerte, ni amor, ni angustia...
Las salas
han quedado vacías tras la marcha del último grupo, el de Llofriu y
sus discípulos. Ahora el Guggenheim queda solo, como una extraña
nave alienígena posada en medio de un silencioso Bilbao durmiente.
Los conserjes apagan las luces y se marchan a casa, dejando el raro
edificio en manos de los guardias de seguridad. La noche, cargada de
nieblas, se hace espesa. Alrededor de las farolas, miles de mosquitos
se disputan las borrosas manchas amarillas de aire húmedo apenas
iluminado...
De pronto,
un pétreo silencio congela el aire. Los mosquitos, paralizados, caen
unánimemente al suelo. Los guardias, en sus puestos de control,
quedan inmóviles, en actitud catatónica. Frente al edificio surge
un círculo negro. ¿Es una esfera o un agujero en el aire? ¿Ha
aparecido de repente o ha llegado de algún sitio?. Puede ser que
estas alternativas no sean antagónicas en espacios de dimensiones
diferentes a las nuestras... El círculo se define finalmente como
una esfera que se parte por la mitad, en dos hemisferios que se
separan en vertical. Y de dentro surge la criatura... ¿Cómo
definirla? Ni siquiera sabemos si tiene tres dimensiones, como
nosotros. Ningún rasgo definido, ningún órgano identificable, ni
siquiera podríamos decir que es un ser sólido...o líquido. ¿Dónde
están sus fronteras? ¿Se mueve en nuestro espacio y en nuestro
tiempo?¿Lo que de ella vemos es todo su ser o solo la parte que
accede a nuestra realidad?... El ser indefinible avanza hacia el
edificio metálico. De alguna manera que no sabría explicaros, se
comunica con sus hermanos, no sé si lejanos o próximos.
-Me estoy
acercando al objeto que hemos identificado como semejante a nuestros
habitáculos. Tal como pensábamos, tiene un raro parecido con ellos
en el aspecto externo, pero su desarrollo es solo tridimensional. Por
lo demás, no le aprecio diferencias estructurales con los ingenios
cúbicos que cubren extensas áreas del planeta y que hemos
clasificado provisionalmente como viviendas. Me gustaría ver de
cerca a los habitantes de algo tan primitivo como esto. Voy a
entrar...
El ser
indefinible se introduce en el museo a través de una pared, sin
dañar ninguna de las estructuras, y mira ¿mira? a su alrededor...
-No veo
ningún habitante racional. Quizá este planeta está abandonado y
estas cosas son restos arqueológicos, creaciones de seres muy
primitivos, sin inteligencia multidimensional. Veo estancias vacías
cuyas paredes están cubiertas por rectángulos planos con unas
curiosas irregularidades cromáticas... Si no fuera por su patético
primitivismo, diría que estoy en un edificio dedicado a mostrar
...¿Cómo diría yo para no ser incorrecto? ¿obras de arte...?
Ahora pasa
por la sala de los retratos de Adelaida...
-Parecen
representaciones de objetos tridimensionales que no logro
identificar. Quizá se trate de arte abstracto...
El ser
indefinible ha pasado a la otra estancia. De pronto, sus
incomprensibles estructuras sufren una violenta sacudida. Se diría
que el asombro ha paralizado su capacidad de comprensión... O, por
el contrario, que de repente lo ha comprendido todo. El ser
indefinible se planta incrédulo ante el cuadro indefinible y lanza
una rotunda exclamación.
-¡Coño,
es un retrato de mi prima!
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(Dedicado a mi amigo Fermín Navarro)
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