Ni
en la mejor de las películas de Berlanga podríamos habernos imaginado algo así.
La realidad, una vez más, supera a la ficción más alocada. Y aún nos piden los
figurones paciencia y presunciones de inocencia, y nos prometen enseñarnos su
contabilidad y sus declaraciones a Hacienda. Pero, ¿se creen que somos tontos?
¿Es que vamos a creernos que el dinero negro, los sobornos y demás lindezas se
declaran a Hacienda y figuran en la contabilidad oficial? No podemos más. La
política está podrida, la judicatura está paralítica, la Casa Real ha sido
invadida por termitas choriceras, los empresarios prefieren demostrar su
patriotismo deslocalizándose en busca de pasta fácil, los obispos defienden el
derecho a la vida de los no nacidos, mientras no se ocupan de los nacidos que
ya pasan hambre, el paro crece y crece, los bancos se guardan el dinero de
todos para ellos solos, los derechos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas
durante una lucha de siglos, son recortados en nombre de una economía que no
entiende nadie (ni siquiera los economistas). Esto se hunde. Y lo peor es que
no hay alternativas a la vista, ni siquiera la alternativa de dejarlo todo como
está. Porque lo de los sobres y el "yo no he sido" del Jefe del Gobierno han colmado definitivamente el vaso de todo lo soportable.
¿Qué
deberíamos hacer? Es una lástima que Suárez ya no recuerde que fue el artífice
de la Transición, y que Carrillo y Fraga se hayan muerto, dejando solito a
Felipe. Porque sería conveniente que los viejos leones dieran un rugido de
advertencia, que promovieran la limpieza general, para que los políticos que
todavía están limpios hicieran una buena purga en sus partidos, y que todos los
chorizos acaben en la cárcel, que se formase un Gobierno de Salvación apoyado
por todos los partidos, sindicatos, movimientos ciudadanos, etc., un gobierno
que se ocupe de promover por consenso una nueva ley electoral (listas abiertas,
ya), una nueva transparencia a todos los niveles, una depuración de
duplicidades políticas innecesarias (fuera diputaciones, fuera cargos de
enchufe), unos nuevos Pactos de la Moncloa para salir de la crisis dando
preferencia a los derechos de los ciudadanos sobre los intereses de los
acreedores, que le plante cara a Europa con la autoridad de la voz del pueblo,
y que, recuperada la calma, convoque unas Elecciones Generales para un proceso
constituyente que contemple, entre otras muchas cosas que es preciso cambiar o
superar, la decisión popular sobre la forma del Estado (¿monarquía o república?¿federalismo?
¿y, en su caso, qué clase de república?). Y después de la reforma y de la
crisis, cuando la tranquilidad y la Sociedad del Bienestar se hayan recuperado,
con los cauces ya abiertos, ya pensaremos en decidir sobre las naciones que
constituyen España y cómo quieren integrarse o marchar solas. No antes, en los
tiempos revueltos que son la ganancia de los pescadores.
Ha
llegado la hora de salvar los muebles. Es hora de decirle a la Merkel que,
contra lo que le dictan sus prejuicios seculares, no todos los españoles somos
vagos y ladrones. Que lo que haga alguna familia de zánganos y alguna pandilla
de chorizos NO NOS REPRESENTA. Y que ya está bien de abusar en nombre de Europa.
Que pagaremos cuando podamos, que primero son nuestros compatriotas y sus
derechos… Así, a la islandesa. Que si ellos han podido, ¿por qué no nosotros?
El
pueblo está exento de pecado, así que tiene derecho a echar la primera piedra. Hasta
aquí hemos llegado y ya va siendo hora de tomar una determinación, digan lo que
digan todos esos mamarrachos que se han creído que son alguien.
¡GOBIERNO DE
CONCENTRACIÓN, YA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario