Los
ha dejado a todos descolocados. Rajoy se ha tenido que ir, y sus adláteres no
saben qué decir. Recurren a la vieja táctica del miedo y la descalificación;
pero conforme fabrican injurias, los hechos las van desmontando. Se inventaron
lo del Gobierno Frankenstein y los pactos secretos con los enemigos de España y
los radicales, pero en cuanto se conoció la deslumbrante y mediática personalidad
de las nuevas ministras y ministros, los inventos del PP se vinieron abajo.
Podemos se ha inventado que en el nuevo Gobierno hay un ministro del PP (Grande
Marlaska) y otros de Ciudadanos (¿Duque, Borrell?) sin entender que, en todo
caso, la personalidad de esos polémicos ministros más o menos “extrasociatas”
son guiños a los electorados conservadores, y no a sus dirigentes. Se le ve
demasiado la demagogia apresurada a Pablo Iglesias II y con ella enseña el
plumero. Ciudadanos se ha quedado completamente grogui y no acierta a reaccionar.
Apostaron por unas elecciones apresuradas en el mejor momento de las encuestas
y Pedro Sánchez les ha comido el terreno convocando una moción de censura a la
que nadie, salvo los peperos, se podía negar y salir indemne. No hacía falta
pactos secretos. ¿Quién se iba a negar a votar en contra del paralítico
político señor Rajoy y su tancredismo? Ciudadanos votó en contra y se ha
labrado el desprestigio.
Ha sido una
jugada maestra de Pedro Sánchez… o de sus guionistas. Porque, la verdad, esto
empieza a parecerse a un guión de Hollywood. La reconquista del poder
socialista contra los “malos” barones y viejas glorias, por parte del hasta
ahora solo guapito Sánchez, ya parece sacada de una película yanqui. Pero lo de
ahora todavía es más que eso, ahora ya hemos entrado en el terreno de la superproducción.
Esto tiene toda la pinta de un guión merecedor del Pulitzer, largamente
meditado y elaborado; aunque se haya desarrollado en pocos días. Alguien ha
estado preparando esto para rectificar el pernicioso rumbo al que la política
inoperante del ensimismado Rajoy estaba llevando a este país. Si el autor de
esta genial maniobra es el mismo Pedro Sánchez, habrá que convenir que nos
hallamos ante un genio de la política.
Y
ahora veremos la segunda parte de esta original estrategia. Conforme el nuevo
Gobierno vaya adoptando espectaculares medidas progresistas, sus aliados de
moción y ya críticos desconfiados, se van a ver ante la disyuntiva de tener que
apoyarlas en el Congreso y el Senado o quedar como aliados de los conservadores
casposos. Así que don Pedro se va a pasar por el forro su debilidad
parlamentaria. Y cuando la tensión estalle y sus viejos aliados boicoteen sus
propuestas, lo tiene muy fácil: convoca elecciones anticipadas, las gana por
abrumadora mayoría y se asegura cuatro años de legislatura en posición hegemónica.
Que
no nos engañemos, que no estamos ante una revolución socialista, sino ante un
movimiento de las fuerzas más “progres” del liberalismo imperante. Es como
cuando en EE.UU. gana el Partido Demócrata: Mayor justicia social, dentro del
Sistema Capitalista, que no hay quien tumbe. Y nada más. El apoyo de la Botín a
la nueva ministra de Economía es todo un símbolo. Pero, bueno, después de tantos
años de Tancredismo de Rajoy y tras la tremebunda experiencia del paranoico
Aznar y del amordazado Zapatero, víctima de sus propios barones, este nuevo
experimento puede parecernos la hostia democrática. Y no sé si se puede aspirar
a más en un país mediano, integrado en la Europa liberal, que por otro lado es
la que ofrece mejor vida a sus ciudadanos.
En
cuanto a los catalanes, tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron con alharacas
precipitadas que los llevaron a la cárcel y el exilio. No tienen la ley de su
lado ni hay forma de modificarla a su favor con la oposición conservadora
españolista, así que los más pragmáticos se tendrán que conformar con aceptar las
relativas ventajas que les proponga la ministra Maritxel dentro del plan
maestro de Sánchez; lo que les permitirá salir del embrollo con la dignidad que
la intransigencia paralizante de los viejos peperos hacía imposible. Los demás,
los independentistas intransigentes, volverán a ser la minoría ruidosa que siempre
fueron: una especie de sardana política dentro de las peculiaridades catalanas.
En
fin, una vez satisfechos los pensionistas, los catalanes, las feministas, los trabajadores,
los profesionales de la enseñanza y la medicina, etc. y alejados definitivamente
de la caspa retrógrada, ¿Quién quiere hacer la revolución? Ah, Lampedusa…
Si
todo esto le sale bien, Maquiavelo era un mindundi comparado con Pedro Sánchez…
o sus guionistas.
Y
hasta los rojos irredentos vamos a acabar alegrándonos de que le salga bien. Si
no al tiempo.
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