El viejo hierático y socarrón don Tancredo nos tenía acostumbrados a su parálisis política. Los problemas surgían, él se ponía de perfil y las cosas se iban resolviendo solitas... o se pudrían sin solución. Era desesperante. Solo se daba prisa si se trataba de defender los intereses de los poderosos a los que servía cual fiel cancerbero.
Y llega Sánchez y nos sumerge en el vértigo de las soluciones inmediatas. Un barco con más de 600 refugiados vaga sin rumbo por el Mediterráneo sin puerto que le acoja, y Sánchez ofrece Valencia como solución humanitaria. En la prensa aparece la noticia de que el flamante Ministro de Cultura ha tenido sus más y sus menos con Hacienda y, a las 9 horas, el Jefe del Gobierno lo ha sustituido por otro de pasado fiscal inmaculado. Los ministros y ministras negocian en busca de soluciones rápidas y eficaces, mientras sus rivales y enemigos ladran en vano y se ponen en evidencia.
¡Qué gusto! Al fin nos gobiernan. Este país se mueve.
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