martes, 25 de julio de 2017

CRUELDAD Y LOCURA EN PAMPLONA Y EN 500 PALABRAS.


El tema de la tertulia de ayer era "Plenitud y tristeza" y las nuevas normas nos imponen una longitud máxima de 500 palabras. Bueno, pues ahí va mi desahogo un tanto comprimido. Espero que os guste y os haga pensar. Es sencillo, basta con ponerse en lugar del pobre bóvido al que hacen correr por la mañana, para matarlo y vejarlo por la tarde, y pensar si vale la pena ese sufrimiento para que unos homínidos un tanto locos se diviertan. Se admiten comentarios y objeciones, siempre que sean racionales.

PAMPLONA, PLENITUD Y TRISTEZA.
Esta madrugada me he despertado con el sol, he abierto el armario y he encendido el televisor que se esconde junto a mi ropa. Un amable presentador y una   redicha compañera, vestidos ambos de pamplonica, me hablan de las excelencias de la fiesta popularizada en su día por Hemingway. “A San Fermín pedimos por ser nuestro patro-ón…” cantan unos “mozos” más bien mayorcitos, agitando periódicos enrollados, ante una hornacina que guarda la pequeña talla de un santo vestido de pontifical. Otros corredores hacen cola para dar la mano a un pastor de verde. Otros se genuflexionan, se atan las zapatillas una y otra vez, besan medallitas o neutralizan su miedo con extraños ritos. Que digo yo que si experimentan miedo - seguro que lo experimentan -, y dado que es un sentimiento muy desagradable, ¿para qué corren el encierro?
Alguien me dirá que aquello hay que vivirlo para apreciarlo. Y, seguramente, tiene razón. Aunque en ocasiones muere alguien; y todas las veces, alguno sale herido o descalabrado. Pero esa es, precisamente, la razón y el atractivo de una fiesta donde los hombres de antes ponían a prueba su hombría viril. Pero ahora hay muchachas que demuestran que tienen tanto valor como los tíos y que la presunta hombría es una virtud muy discutible y de significado machista.
Bueno, pues suena el chupinazo y los toros bravos, acompañados de sabios, viejos y enormes cabestros dotados de cencerros, salen calle arriba y se tropiezan de pronto con una masa de primates vestidos de blanco y rojo, que corren despavoridos a la vez que entusiasmados, esquivando sus astas. Ellos, los pobres rumiantes, están más asustados que los “mozos” y cuando cogen a alguien con sus afiladas cornamentas es por puro accidente. Lo que quieren los animalitos es alcanzar de nuevo un corral donde comer yerba y ensimismarse mirando el campo, que es lo suyo. Pero, claro, la masa de energúmenos que corre delante y detrás de ellos, el campaneo de los cencerros, los gritos agudos de alguna histérica y el escándalo general los aturden y, en ocasiones, los cabrean y los convierten en fieras peligrosas para el tonto que se pone a su alcance. Son unos momentos de irresponsable plenitud. Y al final, todos se quedan contentos, los que han salido ilesos o con pocos rasguños, porque han vencido al miedo, los heridos porque ahora son héroes, y los muertos, si los hay, porque ya no les duele nada.
A la tarde, los pobres animales herbívoros, cuyos cuernos son solo armas defensivas, serán toreados, picados, banderilleados, torturados, humillados y muertos a estoque por unos figurines llamados matadores. No matarifes, que esos matan para que nos alimentemos, sino matadores, que matan para que algunos alimenten sus bajos instintos. Y eso me llena de tristeza, vergonzoso colofón, cruel, inhumano, para esta loca fiesta; como diría nuestro paisano Berenguer de Marquina, Virrey de México, que tuvo que dimitir por ser antitaurino, es decir, humanista y civilizado.
Vixca Alacant.    
                                                                   Miguel Ángel Pérez Oca.



(Doy fe de que este escrito contiene,
exactamente, 500 palabras,

incluidos el título y la firma)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre acertado y correcto. Aún así alguien se sentirá ofendido y te recriminara tu postura. Es decir, criticara que tu te expreses libremente dando una opinión tan respetable como la que más y que yo comparto. Incluso algún marisabidillo hará juegos malabares y sacará los argumentos en boga. Explicar lo que quiero decir solo haría complicar lo que ta puede caer por usar tu libertad de expresión de forma educada y comedida. Es lo que pienso. Imagínate lo que le hubieran dicho, si hubiera podido hablar, al que pidió que no se hicieran más autos de fe. Uno de los argumentos hubiera sido el de los puestos de trabajo que se perdían por no poder quemar, criticar, decapitar, colgar, etc a los reos. La historia se repite.

Eusebiet