COALICIÓN CARNAL.
El
miedo
al desencuentro,
sin el deseo de recibir ninguna ayuda por parte de terceros, supone
un reto
para Feldespato que, en el fondo de su alma, anhela un pronto retorno
de su amada Florinda…
Pero,
¿a mí qué me importa lo que le pase al memo ese de Feldespato? La verdad es que
sus vicisitudes amorosas me la traen al fresco. Y más si el muy orgulloso
rechaza cualquier clase de auxilio. Porque yo siempre me he preciado de ser un
buen mediador, y estoy seguro de que habría podido convencer a Florinda de que
debe volver con mi torpe amigo y que aquella tonta discusión sobre la
gobernabilidad del país no puede ser óbice, cortapisa ni valladar que impida la
permanencia de su casto amor.
Y
es que Feldespato peca de demasiado sectario en cuanto a cuestiones políticas
se refiere y cuando le tocan a su líder, don Tancredo, se pone hecho un
basilisco. Y, por otra parte, Florinda es de Podemos, nada menos. Que antes,
cuando era del PSOE, la cosa aún tenía pase, pero ahora, “con los bolivarianos
esos luciendo rastas en el Congreso”, que dice Feldespato, no hay manera de mantener
su relación a flote. Es decir, que la gobernabilidad de la pareja peligra tanto
como la de Españolandia.
Y
mira que yo ya les advertí de los peligros que conlleva la pasión política. Que
si “se ha terminado la crisis gracias a los míos”, que decía Feldespato. Que si
“los de la casta son un atajo de ladrones”, que afirmaba Florinda. Que si
patatín, que si patatán. Y, claro, al final, pues “que te vayas con viento
fresco, roja de mierda”, y que “ahí te quedas, facha de los huevos”. Y ya
llevan así desde el 20 de diciembre, sin hablarse. Aunque yo sé muy bien que
los dos sufren de ausencia y se pasan el día suspirando.
Pero,
en definitiva, lo que les ocurre es que, como nunca han pasado a mayores y, por
culpa de él, que es un mojigato, jamás han consumado su amor en el terreno
carnal, pues les falta un punto de coyunda capaz de superar los tiquismiquis de
después del telediario. Además de que Feldespato siempre ve el de la Primera y
Florinda el de la Sexta y las explicaciones del Wyoming a la noche. Que si por
Florinda fuese, ya se habrían dado un buen revolcón íntimo que les sirviera de nexo
de confluencia.
Pero
nada de nada, y como Feldespato no admite mis consejos, porque dice que soy un progre
descreído y que para mí todo se resuelve con el uso y abuso de la carne
pecadora, mi visión es superficial y no profundiza en los valores sacrosantos
de la moral católica. Cómo se nota que estudió con los Hermanos Maristas y que
su padre era “camisa vieja” y miembro destacado del Glorioso Movimiento
Nacional; aunque todos sabemos que también era un putero de tomo y lomo y que a
saber cuántos hermanos espurios tendrá Feldespato por ahí.
Florinda,
por su parte, es hija de un ácrata de
los de antes, que quería ponerla de nombre Floreala, pero ante la negativa del
funcionario del Registro Civil, tuvo que conformarse con llamarla de la manera
más parecida posible, o sea, Florinda. Y ya se sabe que los anarquistas son
unos padres muy peculiares, así que la mandó a un cochambroso colegio público donde
el maestro no era sacerdote, sino un paisano vocacional y ateo al que sus
alumnos adoraban porque era capaz de
hacer amenas las Matemáticas; sobre todo cuando antes de entrar en el cole se pasaba
por el bar del tío Paquito y se arreaba dos o tres vasos de vinacho de
Valdepeñas que le alegraban el día.
En
fin, que sospecho que tal divergencia de caracteres entre Feldespato y Florinda
va a hacer muy difícil el ansiado retorno por el que suspira mi amigo. Mejor
intento yo alguna solapada maniobra de acercamiento propio a la buena de
Florinda -buena en todas sus acepciones físicas y
químicas- y a ver si formamos una buena coalición entre este modesto sociata y
la podemita, que las penas se mitigan mejor en la cama, después de un buen
polvo. Y a Feldespato, que le den morcilla.
Miguel Ángel Pérez Oca.
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