En la noche del 5 al 6 de este mes, estuve de nuevo en Tabarca con los chicos de Centro 14, y con motivo de esta visita astronómica he compuesto un poema de verso libre que ayer leí en la Tertulia de la Bodega Adolfo y que os pongo a continuación:
Riela sobre
Tabarca
y no estás
tú.
En mi
telescopio, los cráteres se agrandan
como vacías cuencas que no
devuelven mi mirada... ¿o sí?
Y no estás tú.
Más allá de los gigantescos
contrafuertes de Tyco y Clavius,
el horizonte lunar se quiebra
y un mar celeste de estrellas
rodea a la Reina
de la Noche ,
como otra isla, como una Tabarca
cósmica.
Y no estás tú.
Marte, tan cerca de la Luna ,
es una minúscula esfera de
rojizos e imprecisos bordes,
cabalgada por la mancha blanca de
las nieves eternas de su polo austral…
Y no estás tú.
Y más lejos, un gigante amarillo
y caníbal, Saturno,
me muestra sus anillos increíbles
y sus satélites:
Titán el rojo, y Tetis, Dione y
Rea como tres pequeños,
apenas visibles, copitos de
nieve…
Y no estás tú.
¿De qué me sirve la doble y
hermosa Albireo,
con sus dos desiguales estrellas,
la una roja y la otra azul…
si no estás tú?
¿Y de qué me sirve la sobrecogedora
nebulosa anular de Lyra,
la agonía gloriosa de un sol
lejano…
si no estás tú?
Ni el enorme Triángulo del Verano,
ni la estrella Doble Doble, con
sus complejas evoluciones,
ni la nebulosa caliente Trífida, parturienta
de estrellas,
ni La Laguna , donde beben los unicornios
del cielo,
ni las fabulosas constelaciones,
con sus mitos fantásticos,
como el evidente Escorpión, o
Sagitario,
la tetera celeste tras la que se
esconde el corazón de la Vía Láctea ,
ni las remotas galaxias de Virgo…
Si no estás tú.
El Cosmos, a nuestro alrededor,
hace más isla a Tabarca,
y las lejanas luces de la costa
se humillan, ignoradas, bajo el Firmamento.
Las olas prestan su incierto
rumor a las viejas murallas,
y rompen los brillos cómplices de
la pálida Luna sobre la mar satinada,
en una noche de Verano, oscura y
luminosa a un tiempo.
Todo se impregna de los enigmas
del Universo, pero…
no estás tú, para compartirlos
conmigo.
No estás tú.
Como siempre, te has quedado en
casa.
Miguel
Ángel Pérez Oca.
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