sábado, 26 de marzo de 2011

LA ACOJONANTE ENERGÍA NUCLEAR.


Acojona, ¿verdad? La energía nuclear es la única de total disponibilidad que no contribuye al calentamiento global. No depende de que sople el viento o no, ni de que esté nublado o, simplemente, sea de noche. Porque la energía no se puede guardar de un día para otro, una vez que se produce. Cuando se produce se gasta o se va por los cables a la velocidad de la luz (nunca mejor dicho). Y para esos casos de apagón natural uno tiene que tener disponible reservas de carburante pero, en el caso del carbón y del petróleo, a cambio de soltar a la atmósfera dióxido de carbono en cantidades inmensas, que ya están fundiendo los hielos del polo con consecuencias que mejor no pensamos en ellas, ¿eh? Bueno, pues resulta que los molinos de viento se paran cuando hay calma chicha (además, a los ecologistas no les gustan porque matan pajaritos y estropean el paisaje) y las células solares no funcionan de noche ni cuando está muy nublado, además de ser, hoy por hoy, carísimas. Coño, entonces, ¿qué hacemos? Porque lo de la central de Fukushima nos ha acojonado a todos, y bien acojonados, mejor dicho: nos está acojonando, que todavía no sabemos dónde acabará la contaminación esa con sus insidiosas e invisibles radiaciones letales, cancerígenas y mutantes. Parece que los astudios de probabilidades para una central construida a la orillita del mar (el Oceano Pacífico, que vaya nombre menos apropiado que le puso Magallanes) y frente a la más tremenda de las fallas tectónicas del planeta Tierra, era de uno contra diez mil a que no pasaba nada. O sea que teníamos un año contra diez mil, pero salió la bola y le tocó al 2011... ¡Terremoto de grado 9, Tsunami y destrozamiento de cinco o seis reactores nucleares! ¡El gordo! Varios cientos de muertos del terremoto, varios miles de muertos del tsunami y solo unos poquitos (si los hay) del asunto nuclear. Pero lo que acojona de verdad es la cosa atómica, no sé si por las imágenes que tenemos de Hiroshima, por el canguelo que dan las cosas invisibles, como las radiaciones, o qué, pero, reconozcámoslo, lo que acojona más es el asunto nuclear. Así que la gente pide a gritos que se clausuren todas las centrales y a otra cosa. Sí, sí, eso sería lo mejor, ¿verdad? Pero, ¿estamos dispuestos a que el planeta se siga calentando y seguimos quemando petróleo y carbón? ¡No, hombre, de ninguna manera! Y ¿nos conformaremos cuando haya restricciones de electricidad cuando no sople el viento? No, no... ¿Y estamos dispuestos a correr con los enormes sacrificios económicos que supondrá cambiar de la noche a la mañana el sistema energético, colocando millones de paneles solares por todas partes (si los ecologistas no se quejan porque asan pajaritos o estropean el paisaje)? Pues con la crisis económica que nos está sodomizando, para gastos extra estamos. La cuestión es si estamos, todos, dispuestos a pagar el precio. Porque para que el planeta no se siga calentando y nos vayamos todos al cuerno, o a la Edad de Piedra, hay que empezar a usar coches eléctricos o de hidrógeno y eso requiere mucha, pero mucha, energía. ¿Vamos a sacrificarnos y renunciar a muchas de nuestras comodidades actuales? Y ahora todavía más, que los chinos y los indios llaman a la puerta de la sociedad de consumo y quieren, ellos también, un seiscientos, para empezar.
Vale, pues sacrifiquémonos ya de una vez o no digamos más tonterías. Yo creo que deberemos ir haciéndonos a la idea de que lo que ahora se llama Mundo Occidental, compuesto por las "Naciones Desarrolladas" (o abusonas) va a tener que sacrificar parte de nuestros privilegios, porque los chinos y los indios también tienen derecho a disfrutar de la vida, y los musulmanes que andan a tortas con sus sátrapas, y los africanos y sudamericanos y, en fin, todos nuestros hermanos homo sapiens . Y para tenerlos contentos a todos va a hacer falta mucha, pero mucha, energía, que además ha de ser limpia: eólica, solar, hidráulica... ¿nuclear?
Más vale que gritemos menos y pensemos más, ¿no? Porque el asunto acojona.
A lo mejor, más que las nucleares, lo que sobra en este pequeño planeta es el asqueroso sistema capitalista que supedita el Mundo entero a las ganancias de unos pocos hijos de mala madre (ojo, que no se llaman "hijos de mala madre" sino "Mercados", aaaah). Que la central esa de Fukushima se hizo a la orillita del mar porque tomar el agua fría directamente de la orillita, para refrigerar, resultaba más barato y, por tanto, daba más dividendos a los accionistas esos de "los mercados".
Pues, chico, habrá que apechugar con el tema y pedir, no solo que quiten la centrales nucleares (cuando se vaya pudiendo), sino que empiecen por irse a la mierda las empresas multinacionales y la cochina banca; que lo demás, creo yo, vendrá solo y se nos dará por añadidura.
¿O no?
Pero, claro, para hacer una revolución así y cargarse el capitalismo, aunque sea por la vía más impecablemente democrática (no quiero otra), habría que hacer enormes sacrificios. O sea, que otra vez el precio.
La verdad es que estos pensamientos tan complejos me acojonan. Se está tan calentito y cómodo delante de la tele, viendo tonterías.
¡Pues, te jodes!

Miguel Ángel Pérez Oca.

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