lunes, 13 de diciembre de 2010

MARTA, MARTA, ¿QUÉ HAS HECHO?


Hay que ver cómo duelen las desilusiones. Uno se hace viejo con ellas y aprende a base de palos que no todo lo que reluce es oro. Y de oro va la cosa. De oro de medallas olímpicas y de oro de curso legal. No sé si es por el oro de una clase o de la otra, pero, si las imputaciones son ciertas, la más maravillosa sonrisa de nuestro atletismo nos habrá sumido en la desilusión más dolorosa, nos habrá hecho envejecer a todos y nos habrá dado un buen palo moral. Si se confirma lo que los jueces sospechan, nunca más podremos decir: "Una chica con esa sonrisa no puede defraudarnos". Porque entonces estaríamos equivocados y la mejor de las sonrisas podría esconder un espíritu mezquino y nada deportivo. Y tendríamos que olvidarnos del refrán que dice que: "La cara es el espejo del alma".

Pero el caso es que uno se resiste a creerlo, y se busca alguna explicación razonable: Todo es un complot urdido por los envidiosos... O la carne es débil, la voluntad se puede manipular, un espíritu malvado ha arrastrado a nuestra Marta a ese mundo escuro del dopaje y, lo que es peor, del tráfico de material dopante. ¿Y todo esto para qué? ¿Para qué necesita una persona que está en la cumbre, futura madre, campeona del mundo, con la vida resuelta y con la admiración y el cariño de millones de personas en todo el mundo; una persona que es profeta en su tierra donde sus paisanos la idolatran; para qué necesita, digo, lucrarse con una actividad delictiva y deshonrosa? Es algo que escapa a mi capacidad de comprensión, porque que no parece tener justificación alguna. Y entonces, cuando uno ve rostros que parecen ser tan sinceros, tan nobles, de gente tan esforzada, tan ejemplar, como el ciclista Contador y la atleta Marta, la más maravillosa sonrisa de nuestro deporte, amenazados por la imputación judicial de que puedan ser culpables del más vil delito deportivo, de que puedan ser culpables de haber obtenido sus laureles con trampas, con drogas estimulantes, con actividades castigadas por la ley, y que, además, en el caso de Marta, puedan verse agravadas por su tráfico lucrativo, a uno se le caen los palos del sombrajo y le dan ganas de llorar. O a uno se le ocurre pensar que algo no funciona en nuestra asquerosa sociedad, y que el verdadero culpable es este ambiente antinatural que reclama triunfadores ambiciosos y desalmados para los que lo que debe contar es el ego triunfante a costa de lo que sea. Y uno maldice a este mundo capitalista y consumista de moral calvinoide, sin otros valores que los que cotizan en bolsa, y se siente extraño, como un marciano en una procesión o un pulpo en un garaje.

En fin, que ya soy un poco más viejo, aunque todavía confíe en la presunción de inocencia; porque si se confirman las sospechas, maldita sea, no me voy a fiar nunca más de una sonrisa, por muy maravillosa que parezca.

Qué pena.

Miguel Ángel Pérez Oca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Hola, Miguel!

Ando liadísimo con Por Libre y me queda poco tiempo para escribir aquí, pero leo tus opiniones, siempre tan acertadas. Aquí te dejo algo que escribí sobre el mismo tema. Un abrazo.

A MARTA DOMÍNGUEZ LE SUELTAN LOS GALGOS
Dice la Oposición que el Gobierno ha soltado los galgos tras Marta Domínguez y el resto de la camada para frenar el vuelo de los controladores aéreos. Y yo me lo creo. Sí, de verdad que lo creo, porque, tal y cómo funcionan las cosas, es lo lógico.

Lo que sucede es que esto, más que de Lógica, debería de ser una cuestión moral, y si yo viese que éstos se preocupan por gobernar y aquéllos por ayudar, en lugar de por llenar las urnas y sus bolsillos, entonces, seguramente, no me sentiría liebre intentando ser libre.

Pero, claro, para eso el mundo tendría que dejar de ser un canódromo

Joaquín Botella

http://blog.porlibre.eu/joaquin/2010/12/13/a-marta-dominguez-le-sueltan-los-galgos/