sábado, 8 de noviembre de 2008

VAYA SIGLO QUE NOS ESPERA.


Aquí os pongo el artículo que leeré el próximo martes en Radio Alicante.



CONSTRUYENDO EL SIGLO XXI

Espero que este siglo XXI sea muy diferente del anterior. Parece como si cada siglo tuviera su propia personalidad, que se forja en sus primeros años, incluso en los últimos del anterior, para fijar unos comportamientos y unas obsesiones que permanecen después durante los siguientes 100 años. El siglo XX empezó con una guerra y una revolución que lo marcarían como el periodo más sangriento y terrorífico de la Historia de la Humanidad, a pesar de los adelantos científicos, tecnológicos y sociales que se forjaron en su seno. La ambición de un capitalismo inexperto y de unas élites que todavía mantenían sus obsesiones clasistas, desembocó en la terrible Guerra Europea o, como ahora decimos, la Primera Guerra Mundial, a cuyo socaire, en una Rusia todavía feudal e imprevisible, surgiría la Revolución Comunista. Las inexpertas y temerosas burguesías de la época reaccionaron apoyando a las contrarrevoluciones fascistas y vino la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, la tiranía stalinista, las guerras de Corea y Vietnam, las dictaduras sudamericanas, el Franquismo, los conflictos Arabe-Israelíes, Mayo del 68, el terrorismo, la prosperidad económica de Occidente conviviendo con el hambre del Tercer Mundo, y al fin, la caída de los comunismos y la hegemonía neo liberal de Estados Unidos, junto a la recuperación de Europa y la emergencia económica de Japón, China e India. Ha sido un siglo de sobresaltos, tragedias, guerras, miserias, en el que la tecnología informática, los vuelos espaciales, los progresos de la medicina y la genética nos ofrecían maravillas al lado del terror y las amenazas. El siglo XX ha sido un tiempo desconcertante y cruel. Así que esperemos que el nuevo siglo se aparte de ese camino de locuras e imprudencias.
La construcción del nuevo siglo se inició ya en las postrimerías del anterior, simbolizado por la caída del Muro de Berlín. El Comunismo había fracasado, ante la invencible eficacia económica del Capitalismo, convirtiendo a Estados Unidos en el Imperio Universal. Ya nadie podía hacerle sombra, aunque algunos críticos lúcidos pronosticaban su autodestrucción víctima de sus propias contradicciones internas. El siglo XX había empezado con una catástrofe, el hundimiento del Titanic, símbolo de la fatua arrogancia tecnológica de los magnates. El XXI comenzó con otra catástrofe, la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York a manos de terroristas suicidas islámicos. Esta vez era el odio y el fanatismo quienes explicaban la hecatombe. Y el peor presidente de la Historia de Estados Unidos, el fanático religioso e integrista neo conservador George Bush, utilizó este acto hostil, no para llevar a cabo una operación de limpieza contra el terrorismo internacional, a la vez que una imprescindible cruzada para ayudar al Tercer Mundo, de manera que no sea semillero de terroristas, no, se marchó a un país que nada tenía que ver con Bin Laden, Iraq, en una guerra que fue un paseo militar, pero que dio paso a una posguerra ruinosa y sangrienta, que hizo aún más fuerte a Al-Quaeda. Mal comienzo para un siglo. Y encima, una inesperada crisis económica de extraños orígenes, que ahora nos explican los mismos economistas que no supieron preverla, amenaza con sumirnos en una especie de miseria artificial, de la que no sabemos cómo salir. Ayer éramos ricos, ningún Gargantúa se ha comido el dinero que circulaba por el mundo, las riquezas naturales siguen estando ahí, ninguna epidemia ha diezmado a la población obrera, y sin embargo, teniendo lo mismo que teníamos, ahora somos pobres. ¿Alguien me lo puede explicar sin recurrir a tópicos bursátiles, financieros y demás zarandajas injustificables?
Uno quisiera creer que estos infortunios absurdos son los coletazos agónicos del pasado siglo, y que el nuevo ha empezado en realidad esta semana, con el advenimiento de Barak Obama como líder universal. Bienvenido sea, si va a traer cordura a la Casa Blanca. Ojalá la culminación del sueño de Martin Luther King signifique no solo que en Estados Unidos ya se ha normalizado la cuestión racial, sino que sus nuevos dirigentes nos traen la prudencia política que se perdió en un baño de sangre a los comienzos del siglo anterior.

Miguel Ángel Pérez Oca.
(Leído en radio Alicante el 11-11-2008)

1 comentario:

Juan J. Amores dijo...

Miguel Angel, por fin hemos enlazado este blog en el nuestro.
Espero que te guste el resultado
(borra mi comentario al leerlo ya que es un off-topic)