Buenos y repugnantes días tengan todos ustedes. Es para mí un gran honor presidir la inauguración de este extraordinario Monumento a la Basura que hoy descubrimos aquí. Este túmulo gigantesco, erigido con los fósiles de deshechos y deposiciones de nuestro predecesor en el dominio del planeta, el mal llamado Homo Sapiens, debe ser el testimonio de nuestro triunfo como especie, en el imperio de las cucarachas evolucionadas.
El
Homo Sapiens había construido una civilización poderosa. Podríamos decir que
murió de éxito. En sus últimos años, su desenfrenado consumismo y la necesidad de
su sistema capitalista de sostener un crecimiento continuo en un medio limitado,
como la Tierra, condujeron a una situación insostenible; toda vez que ellos,
pertenecientes a la extraña y gigantesca familia de los mamíferos, no eran
capaces de asimilar toda la porquería que producían. Y así nació el Continente
Basura en el centro del Océano Pacífico. Por otro lado, la combustión de sus
vehículos alimentados con el caldo putrefacto de sus antiguos bosques
prehistóricos, y de sus industrias, habian ido subiendo la temperatura de su
atmósfera, contaminada también con los gases infectos, fruto de su loca carrera
hacia un malentendido poder sobre la Naturaleza. Ese era el mundo apropiado
para nuestro desarrollo, que de siempre nos hemos nutrido de la basura humana.
Y
un día falleció el último homo sapiens, revolcándose en sus propias
defecaciones, ahogado bajo la montaña de su propia basura. Ese fue nuestro
momento fundacional, el reino de las cucarachas, de los gusanos, de las
sabandijas que medrábamos en aquel ambiente gloriosamente infecto.
Nuestra
especie se desarrolló rápidamente en la inmensa isla de porquería que llegó a
ocupar toda la extensión del antiguo océano, desde las costas, ahora yermas, de
Asia, hasta los páramos de América. La vida de los vertebrados se tornó
imposible, con temperaturas que no podían resistir, con un aire que no podían
respirar, sin alimentos vegetales que ya no crecían en un mundo envenenado,
mientras nosotras, las sabandijas, medrábamos a nuestras anchas. Nuestra
especie fue creciendo en número, tamaño y sabiduría. Ahora ya somos
cuatrocientos mil millones de individuos y hemos fundado una nueva
civilización. Supimos aprovechar las viejas industrias de los Homo Sapiens en
nuestro provecho y ahora producimos más basura que la que ellos no supieron
eliminar. Pero nosotros no necesitamos eliminarla, puesto que nos alimentamos
de ella; la basura es nuestro hábitat natural.
El
año pasado, dos de nuestros congéneres llegaron a la Luna, son nuestros héroes,
las cucarachas astronautas Mierdosilla y Guarrindonga; y gracias a ellas pronto
la Luna también será un sabroso estercolero. Nuestro gran sabio Boñigardo de la
Caca está coordinando un ambicioso plan de mierdalización de los continentes
hoy desiertos. Y pronto iniciaremos una colonización de la Galaxia para ir
mierdalizando a todos los planetas. Y así nuestra especie coprófaga se hará
dueña de todo el Universo, en nombre de nuestro Dios, la Gran Cucaracha buena,
sabia y poderosa.
En honor de
nuestros héroes inauguramos este grandioso monumento a la Basura.
(Aplausos).
Miguel
Ángel Pérez Oca.
(500 palabras)
1 comentario:
Esa futura civilización fue posible a sabandijas, gusanos y cucarachas humanas de las que día a día hemos visto su negacionismo, su servilismo, su ignorancia o quizás su consciente egoísmo. Cuando peor, mejor para nosotros. Salvapatrias que enarbolan sus banderas contra el vecino y que, en realidad, están amenazando con el mástil. El primo de Rajoy, Trump, Bosé...
Eusebio Pérez Oca.
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